10 de junio de 2016

2115- SER GORDO NO AYUDA.

Al rey leonés Sancho I le apodaban 'el Craso'. 
Tan 'craso' estaba que perdió el trono por esa causa, pera para eso están las 'operaciones bikini' que actualmente se utilizan a comienzos del verano, cuando ya no hay remedio.
Ya de muy niño, cuando todavía andaba a gatas, al hijo del rey Ramiro II nunca le faltó el apetito. 
Sancho nació el año 935 pero tenía un hermano mayor, Orduño, que a la muerte de su padre heredó el trono de León. 
Despreocupado, al no saberse heredero, Sancho empezó muy pronto con la afición a los grades banquetes y a una vida sin ejercicio. 
Llegado a adulto se plantó prontamente en los 240 kilos, en una época en la que la escasez mantenía a todos con el peso más bien por debajo del adecuado.


Según las crónicas Sancho hacía siete comidas diarias, alguna de ellas con 17 platos diferentes, buena parte de los cuales eran de caza. Miles y miles de calorías que no se preocupaba de quemar con algún ejercicio. La cosa llegó a tal punto que se convirtió en un auténtico inválido, que ni siquiera podía levantarse solo de la cama y mucho menos aún subir a un caballo y tomar la espada en el campo de batalla. Aunque también ansiaba coronarse, el año 951 Sancho vio como Orduño subía al trono tras la muerte de su padre, incapaz de arrebatarle la corona a su hermano. Cinco años después, harto de obedecer la órdenes de Ordoño III, 'la suerte' sonrió a nuestro protagonista pues de forma extraña y sin justificación alguna el año 956 su hermano abandonó este mundo.


A partir de ese momento Sancho I reinó en León, no sin el descrédito que acompañaba a su mórbida obesidad. 
Su peor decisión fue enemistarse con su tío el conde Fernán González , suegro de su hermano, que se dedicó de inmediato a destrozar la ya escasa reputación del rey. 
Decía también que debido a su obesidad no podría engendrar un sucesor y su linaje se perdería entre una y otra comilona. 
Con tiempo el rechazo del pueblo llegó a tal punto que el año 958 fue destronado en una conjura alentada por el conde. Ascendió al trono Orduño IV, pronto destronado por una rebelión militar. Mientras todo eso sucedía, Sancho I se había puesto a salvo al amparo de su abuela Toda, reina de Pamplona por su matrimonio con Sancho Garcés I.


Como no podía ser de otra forma la abuela, ya con 73 años a sus espaldas, recibió de buen grado a su nieto Sancho y le conminó a ponerse a régimen, bajo la supervisión de un buen nutricionista, para después buscar la manera de recuperar el trono que legalmente le pertenecía. La reina Toda mandó emisarios a Córdoba, recabando la ayuda de Abderramán III. El musulmán vio conveniente prestar ayuda a la reina de Pamplona y mandó de inmediato al más afamado 'matasanos' de la época. Hasday Ben Shaprut era un judío nacido en Andalucía y médico de confianza del sultán. El precio era alto, pero merecía la pena: diez fortalezas, para cuando llegase nuevamente al trono. Como garantía de curación, el galeno se llevó a Córdoba a Sancho y la primera medida consistió en coserle la boca para impedir que entrara nada sólido. Un orificio permitía meter una pajita por la que tomar líquidos, principalmente agua e infusiones. 

La habitación estaba cerrada a cal y canto, pero abierta a unos baños de vapor y a un jardín por el que podía pasear. A los 40 días el proceso dejó ver resultados increíbles. Infusión tras infusión había perdido 120 kilos, podía montar a caballo y yacer con una mujer. El año 959, totalmente recuperado y recio pero no obeso se metió dentro de una armadura y acompañado por un ejército de musulmanes atacó Zamora. Ordoño IV huyó a Asturias y Sancho I recuperó el trono en Abril de ese mismo año. 
Todo parecía bien dispuesto para Sancho I pero ya coronado se negó a cederle a Abderramán las fortalezas prometidas y aunque éste murió dos años después su sucesor Alhaken II se encargó de cobrar la deuda. Con 35 años, Sancho I murió envenenado.

RAFAEL FABREGAT

2 comentarios:

  1. Siempre me causo curiosidad este personaje (me refiero a su abuela) desde que leí el Viaje de la Reina de Ángeles de Irisarri que por cierto me fascina la escritura ágil de esta señora. En él cuenta como a mediados del Mediado siglo X, época de máximo esplendor del Califato de Córdoba, pequeños reinos y condados cristianos sobreviven en el ámbito de la península ibérica. La reina Toda Aznar, soberana de Navarra, solicita a su poderoso sobrino Abderramán III que le recomiende un sabio capaz de aminorar la desbordante obesidad de su nieto Al rey leonés Sancho I l 'el Craso'. Me alegra poder leer de nuevo sus entradas…
    Un cordial saludo. ¡Qué tal su señora? ...

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  2. Muy estimada y (si me permites) amiga. Como ya sabes estuve a punto de abandonar este blog, que es sin duda mi mejor distracción. El motivo, te lo voy a decir, eran mis despectivos comentarios políticos, no bien recibidos por una de mis hijas que vive, de su trabajo, pero a las órdenes de tales elementos. Con eso está dicho todo. Finalmente he decidido pasar... y seguir.
    Mi señora está muy bien, ya sin escayola ni vendajes y empezando la rehabilitación. Gracias por tu interés. Un abrazo.

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