3 de marzo de 2016

2032- LA CARIDAD DE LA IGLESIA.

Desde que tengo uso de razón y ya estoy jubilado, oigo decir a las autoridades eclesiásticas que debemos ser generosos con los demás y caritativos con todos aquellos que lo necesitan. Menesterosos los ha habido siempre. Incluso en los momentos más boyantes por los que ha atravesado el mundo, nunca ha faltado la pobreza y el hambre, porque jamás hubo un reparto equitativo de los recursos. La generosidad brilla por su ausencia en todos los estamentos de nuestra sociedad y la Iglesia no es ajena a ello, sino más bien la mayor interesada en acaparar inmensas riquezas que para nada necesitan.

Fuentes autorizadas nos cuentan que el Vaticano, la Iglesia Católica, posee tal cantidad de riquezas que serían suficientes para acabar dos veces con el hambre de todo el planeta. 
¿Donde está pues la caridad que predican desde los púlpitos?. 
Está claro aquello que la caridad empieza por un mismo, pero cuando se trata de acaparar riquezas mientras miles de personas mueren de hambre cada día, la cosa cambia bastante. 
Eso ya no solo es contrario a la caridad, sino que más bien se mueve en los terrenos de la mezquindad. Claro que tal avaricia no los hace peores que los demás, sino simplemente iguales y eso, para ellos que están acostumbrados a que todos escuchen su palabra, ya es mucho castigo...

Está claro que no siguen las enseñanzas de Dios ni temen el castigo del Infierno. Los sacerdotes de cualquier religión y especialmente la Católica, son sin duda grandes pecadores. Entregados a los placeres de la carne, de la mesa y de la cama, prepotentes que carecen de caridad alguna para con los demás. La palabra caridad solo tiene para ellos el significado de recibir, pero nunca el de ofrecer ayuda al necesitado. ¡Capital suficiente para eliminar dos veces el hambre del mundo... y siguen pidiendo ayuda a esos mismos hambrientos, de pan y de justicia, buscando aumentar su inmensa fortuna!.

Todo es oro en el Vaticano... Vaya mierda. Yo, qué quieren que les diga, me indigno cuando leo este tipo de noticias. ¿Cómo ha llegado a sus manos semejante fortuna?. Engañando a viejas y apoyando el mal. Hay que ser muy miserable para que un rico acepte limosnas de los pobres. Que más quisiéramos muchos, que todo lo que se predica en la iglesia fuera cierto, pero ellos mismos nos demuestran día tras día que no es así. Las religiones no son otra cosa mas que partidos políticos de alto calado, tanto que incluso muchos han perdido su vida, por no seguir sus mandamientos. Ya no digamos la herejía que para ellos supone vituperarlos.

El Vaticano ocupaba a mediados del siglo XX el segundo puesto del mundo en riquezas, superado por los Estados Unidos pero a día de hoy, ya dentro del siglo XXI, ha superado a su hermano mayor y ocupa el primer puesto. Calculando su fortuna en oro, las riquezas del Vaticano superan las 9.000 toneladas. Para que nos hagamos una idea es 35 veces la riqueza de España. Al precio actual, el oro acumulado por el Vaticano valdría en el mercado 415.000 millones de euros. Jesús de Nazaret decía que 'no hay que amasar fortunas en la tierra' pero está claro que lo que pudiera decir Jesucristo a ellos les tiene sin cuidado.

No siguen las enseñanzas de Jesús, ni creen estar frente al hijo de Dios. Su único Dios es el dinero, como en su día lo fue el 'becerro de oro' para los israelitas que acompañaban a Moisés. Solo hay tiempo para adorar al poder y al dinero. Antes predicaban con una mano y obraban de muy distinta manera con la otra, pero ya no hay tiempo para teatros. Acabó la mentira, pues ya ni siquiera se molestan en aparentar lo que no sienten. Esa es la desgracia de los creyentes, abandonados a su suerte sin tener en quien confiar. Dios sabe que queremos creer, pero sus representantes en la tierra nos lo impiden, solo pendientes de amasar fortunas, mientras buena parte del mundo se muere de hambre y de sed.

RAFAEL FABREGAT

4 comentarios:

  1. Además de verdad muy bien dicho y gran artículo maestro, un saludo.

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  2. Gracias Alberto Miguel.
    Una triste realidad que está a la vista de todos. Desgraciadamente estamos solos. Ya la comedia terminó y que cada palo aguante su vela. Lo siento, de veras.
    Un abrazo.

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  3. Leo su comentario pero no estoy de acuerdo con lo que manifiesta sobre todo por la forma tan desagradable y poco informada, según me han dicho dice ud. Al final solo Dios lo sabe y él mismo lo dice:"No juzguen a mis sacerdotes porque ese juicio me corresponde a mi" Ay de aquél que lo haga. Yo según mi fe trato de no juzgar, y de ser caritativa aún a pesar de ser pobre y compartir con el necesitado.No llenen su corazón de odio y rencor porque eso solo nos mancha. BENDICIONES!


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  4. Escribir en anónimo, querida amiga, le quita a Ud. toda razón. Cuando se escribe y especialmente criticando, hay que dar la cara y firmar lo que se dice. Con la cara bien alta, con nombre y apellidos, en la seguridad de tener razón.
    ¿Según me han dicho, dice Ud. en su comentario? Pero... ¿Es que Ud. opina sin haber leído lo que critica. ¡Solo faltaría!.
    En cuanto a lo de juzgar... Ud. dice que no juzga, pero dice mentira pues en su escrito a juzgado (y condenado) al autor de este Blog. Si miente en eso, seguramente mentirá en todo lo demás y especialmente en lo de la caridad.
    Yo señora mía, para que lo sepa, no tengo odio ninguno a los sacerdotes. Más bien les tengo lástima, pues ellos son quienes más manchas llevan en su vestido y muy especialmente las del sexo. En cuanto a las bendiciones con las que se despide... lamento no poder corresponderle de la misma manera porque ¿quien soy yo, pobre pecador, para bendecir a nadie?. Ud. ve la paja en ojo ajeno y no ve la viga en el propio. Ojalá haya Dios en la seguridad de que, en su divina misericordia, nos perdonará a todos. No se preocupe, también a Ud.
    Reciba un fuerte abrazo.

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