3 de diciembre de 2015

1952- EL FRUTO ESTÁ MADURO.

Aunque Newton no hubiera existido, la fruta seguiría cayendo de los árboles una vez madura. De la misma manera tendrá que caer más pronto o más tarde el presidente de Venezuela. Nadie puede consentir que tales personajes se perpetúen en el poder de un pueblo mayoritariamente oprimido. Está claro que la cúpula militar está acostumbrada a formar parte del poder y no le importa demasiado quien sea el titular del mismo, pero siempre hay personas que tienen un mínimo de moral y ven el claro despropósito de ciertos gobernantes que solo buscan el poder, por el poder y por enriquecerse a costa de la penuria de los demás. Venezuela no puede ser un caso mundial aislado y tiene que reaccionar.


Algunas voces opositoras creen que el momento se acerca, que algunos miembros de las FANB están empezando a sentir vergüenza de pertenecer a un gobierno, no solo corrupto sino también internacionalmente vergonzante. Las ideas izquierdistas son perfectamente válidas y, aunque no se compartan, gozan del respeto mundial. Pero los "pajaritos" del actual presidente de Venezuela se le han subido a la cabeza y solamente quienes viven gracias a su apoyo económico comparten tanto desatino. El respeto a la voluntad del pueblo es algo incuestionable. Los gobiernos dictatoriales ya no tienen cabida en el mundo del siglo XXI y Cuba es un claro ejemplo de que las cosas han cambiado. Venezuela no puede quedarse a la cola del planeta.

Desde luego no será nada fácil. Hay muchos militares adictos al pesebre fácil y a ostentar una parte del poder, pero la fruta acabará cayendo por la Ley de la "gravedad". Es un disparate permitir que tanto abuso se perpetúe, en un mundo tan democrático como el actual. De la misma manera que se llevaron a cabo revoluciones para eliminar el poder corrupto de los reyezuelos feudales, habrá de lucharse para erradicar el de los que se llaman salvadores de la patria y que, de forma clara y rotunda, demuestran ser tanto o más tiranos que lo fueron aquellos. Está claro que quienes consienten tales atrocidades lo hacen por miedo a las represalias, pero llegará el momento en que las voces serán tantas que nadie podrá silenciarlas.

RAFAEL FABREGAT

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