23 de junio de 2015

1800- LOS EXTRATERRESTRES NO EXISTEN.

Bueno, el título de esta entrada no es del todo correcto. Seguramente los extraterrestres existen, pero no están aquí. Nadie los ha visto jamás, nunca han venido a nuestro planeta y todo cuanto a ellos concierne es fruto de nuestra imaginación. Flaco favor le hacen a la inteligencia humana aquellos que dicen que los mayores adelantos técnicos de la humanidad han sido posibles gracias a la colaboración de alienígenas. ¡Quita, quita, todo paparruchas...!
Los alienígenas existen porque el Universo, en su inmensidad, tiene cabida para todo. Para el frío y el calor, para la luz y la oscuridad, para la vida y la desolación... Sin duda alguna en algún punto del Universo hay otros mundos y otras formas de vida. Hasta ahí todos conformes.


Cuando digo que los extraterrestres no existen me refiero a que jamás han visitado nuestro planeta y por lo tanto su aspecto y lo que de ellos se cuenta es fruto de nuestra imaginación, pero sería muy egoísta por nuestra parte pensar que estamos solos entre tanta inmensidad. Lo que sucede es que, teniendo en cuenta las inmensas distancias que separan a los diferentes cuerpos del Universo, tan difícil es estar solo como que sea posible el encontrarnos unos con otros. Ante esta astronómica dificultad se puede incluso decir que estamos solos, aún a sabiendas que hay otros seres seguramente con otras apariencias, con otras formas de vida y en otras naturalezas distintas a la nuestra.


De todas formas la inteligencia humana es autosuficiente y no necesita la ayuda de esos posibles extraterrestres para progresar. Solo requiere tiempo y el tiempo lo tenemos. No en una vida, desgraciadamente demasiado corta, pero sí podemos ir acumulando sabiduría y transmitiéndola a nuestros sucesores. Es de esta forma como vamos acumulando conocimientos y descubriendo nuevas realidades. Cuando llegamos a este punto el camino se estrecha y son muchos los que piensan que necesariamente tiene que haber un Dios que lo propicie todo. Pues bien, tan válido es creer como no hacerlo. Lo único cierto es que estamos aquí, sin saber quien nos ha traído. ¿El huevo?. ¿La gallina?.


¡Ay amigos...! Podemos creer y decir cuanto queramos, pero nadie sabe la verdad. 
Evolución -dicen algunos- pero miles de seres no evolucionaron. ¿Por qué nosotros sí y los demás no?. Vivimos de conjeturas, nadie tiene la verdad absoluta. Yo desde luego no creo en los OVNIS como tales, sino en objetos o armas secretas creados por las potencias mundiales. Está claro que en la actualidad tenemos medios de transporte espacial, impensables poco más de un siglo atrás pero, aún así, creo que viajar por el espacio a velocidades cientos de veces superiores a las de las luz -que es lo que la presencia de extraterrestres requeriría- es de todo punto imposible. Quizás no, pero a mí me lo parece...


El día 7 de Agosto de 2014 murió, simplemente de viejo, Boyd Bushman un trabajador del "Área 51". Se trata de una Base norteamericana construida en 1954 en el desierto de Nevada, a unos 200 Km. al noreste de Las Vegas. Claro que esto, al parecer, no es una base militar sino un Centro de Investigación y Desarrollo Militar, lugar estrechamente vinculado con la CIA. El tal Bushman dejó una confesión en vídeo para que no se difundiera hasta después de su muerte. En este vídeo asegura que trabajó en el "Área 51" durante 30 años, que allí se guardan varios "platillos volantes" y que 18 alienígenas de dos razas diferentes colaboran con las fuerzas militares norteamericanas del lugar. De risa, pero es lo que hay.


Que nadie se asuste porque Bushman, además de viejo, se ve que tenía su punto de humor negro. En el vídeo habla de tecnologías antigravedad que permiten velocidades desconocidas y bruscos cambios de dirección, así como de hombrecitos de menos de metro y medio y más de doscientos años de edad. Todo se vino al traste cuando se comprobó que las fotografías del anciano, incluidas en el citado vídeo, no eran otra cosa que muñecos de plástico vendidos por la cadena de Almacenes K-MART. ¿Un anciano bromista?. Pues sí, un anciano con ganas de perder el tiempo y hacerlo perder a los demás. Estamos como estábamos. Lo siento pero, al menos entre nosotros, no hay extraterrestres.

RAFAEL FABREGAT

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