7 de mayo de 2015

1749- LA PUERTA DE LUCIFER.

Decenas de veces he dicho, que no hay que temer al infierno en la otra vida. No es porque el infierno no exista, que sí. Claro que existe, pero no está en la otra vida, porque otra vida no hay. El infierno está en este mundo y en esta vida, si no que se lo pregunten a los aldeanos de Darvaza, un pequeño pueblo de apenas 350 habitantes que se encuentra en el Desierto de Karakun, en la provincia de Ahal, a 260 Km. al norte de Asjabad, la capital de Turkmenistán. Esta gente se ha hecho famosa por albergar en su término municipal la "Puerta de acceso al Infierno", la que usa en teoría el Diablo para entrar y salir desde las entrañas del Infierno hasta el lugar que habitamos los desgraciados mortales.


Los vecinos de Darvaza, unos 350 como hemos dicho, pertenecen a la tribu de los Tekes, una de las cinco tribus turcomanas que todavía mantienen la vida seminómada de tiempos muy lejanos, aunque en 2004 el presidente de la República de Turkmenistán ordenó la disolución de la tribu porque, según su criterio, tenía una imagen negativa para el turismo. Muchos marcharon a lugares donde las libertades son otras y otros quedaron malviviendo por la zona haciendo caso omiso a unas órdenes que no podían ser más ilegales y arbitrarias. En esta clase de cosas queda corroborado que el Diablo deambula por las proximidades y que no lo encontraremos en otra vida, sino en la presente.


En 1971 y sin llevar cuernos ni rabo, un grupo de satánicos geólogos rusos detectó la presencia de Gas Natural en una cueva del Desierto de Karakum, a escasa distancia del pueblo de Darvaza. Hacía ya mucho tiempo que se intuía que aquella zona era rica en combustibles fósiles y los geólogos decidieron llevar a cabo un importante sondeo para verificar, más que la presencia de gas, el interés económico de su posible explotación. La caverna era de tales dimensiones y tan próxima a la superficie que colapsó a las primeras de cambio engullendo la práctica totalidad de aparatos y pertenencias de los prospectores, con tal fortuna para éstos que ninguno de ellos sufrió el menor percance.


Quedó abierta una gran sima de más de 70 metros de diámetro y de profundidad desconocida, con unas brutales emanaciones de gas. Creyendo que la combustión solo duraría unos días, se decidió prender fuego al gas, en la seguridad que ello sería menos peligroso para el Medio Ambiente que permitir su fuga a la atmósfera, pero pasaron las semanas, los meses y los años y allí sigue ardiendo lo que todos bautizaron como "la Puerta del Infierno". El gobierno de Turkmenistán planea en este momento abrir nuevos pozos de Gas en la zona y para ello el sellado previo de esta gruta que podría afectar negativamente al resto de yacimientos.


No sabemos qué pensará Lucifer al respecto. Depende de si en el momento del sellado lo pille dentro o fuera del Infierno. Las autoridades de Turkmenistán esperan sin duda que el Diablo se manifieste en uno u otro sentido para obrar en consecuencia, ya que por aquellos lares la gente es muy creyente en dioses y diablos y no es cuestión de poner en peligro unos yacimientos que tan sustanciosos beneficios pueden aportar a las arcas de la República y, como no, a las de sus regidores. Todo sea pues por tenerle tranquilo y sosegado. ¡Tengamos la fiesta en paz! -habrá dicho el presidente Berdimuhamedow...

RAFAEL FABREGAT

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