6 de febrero de 2015

1652- VIAJAR EN AVIÓN.

Yo he presumido en este Blog de haber recorrido todo el término municipal de mi pueblo (Cabanes), todos los pueblos de mi provincia (Castellón) y todas las provincias de mi país (España). También viajamos a Ibiza en barco durante el movimiento hippie en la década de 1970. Después Marruecos, Portugal, Francia, Mónaco, Italia y por supuesto Andorra. Pero, ¿a donde más vas a ir, sin subirte a un avión?. Porque subir a un avión...


Finalmente mi mujer y yo nos hicimos el ánimo y aprovechando mi cumpleaños nº 65, invitamos a hijos y nietas cogiendo un combinado de crucero y avión para visitar Italia (Venecia), Croacia (Dubrovnik), Grecia (Corfú, Atenas y Santorini) y Turquía (Estambul). ¿Qué pasó siendo nuestro primer viaje en avión?. Pues nada de nada. Maravilloso despegue en Barcelona y mejor aterrizaje en Venecia; lo mismo en nuestro despegue desde Estambul y nuestro aterrizaje en Barcelona. En cuanto al crucero... ¡Una pasada de viaje!. Excelente camarote exterior, extraordinarias atenciones del personal, estupendos buffets, bebidas incluidas en bares y restaurantes, e interesantes excursiones para descubrir los rincones más atractivoss de cada lugar visitado. Vamos, que no se puede pedir más.


Todo esto viene a cuento de que en este momento sin aviones no somos nada... Nuestros amigos piensan que lo hemos hecho mal y que estas cosas que acabo de comentar deben hacerse a la inversa: primero los viajes al extranjero, después los nacionales, después los provinciales y finalmente los locales. En fin, nosotros lo hicimos tal como he contado. No sé si hubiera sido mejor hacerlo al revés, pero no estamos arrepentidos de nada. Primero teníamos la juventud y poco dinero, por lo que conocer los más de 130 Km2 de nuestro término municipal nos llevó varios años de caminatas, domingo sí y otro también, por todos los caminos y sendas locales: antiguas aldeas, fuentes, castillos, pozos y cañadas, etc. Primero solos y después con nuestras tres hijas, a medida que fueron naciendo y creciendo.


Conocido nuestro pueblo y sus rincones más alejados, ya con dos pesetas en el bolsillo nos fijamos la meta de recorrer todos y cada uno de los (135) pueblos de nuestra provincia, lo cual también nos llevó su tiempo pues incluía todo tipo de monumentos, iglesias y ermitas, etc.  Ahí sumábamos también las consiguientes comidas allá donde nos llevase el hambre y el reloj. ¡Todo lleva su tiempo, no crean!. Seguimos con los viajes a las diferentes provincias españolas que también constituyeron meta obligada. Alguna de ellas fue repetida en varias ocasiones, por habernos gustado mucho o por ser de paso obligado para visitar las que iban quedando. Y finalmente salimos de España...


Repito que la mayoría lo hacen al revés, pero esa gente no conoce buena parte de España, ni siquiera la décima parte de los pueblos de su provincia y por supuesto no ha caminado por los caminos de su término municipal. Su meta es viajar al extranjero si lo permite el bolsillo y esperar que el IMSERSO les lleve, una vez jubilados, a conocer su país. El resultado de esta opción suele ser conocer (una mínima parte) de media docena mal contada de países y esperar la jubilación para conocer lo nacional. ¿Que quieren que les diga?. A mí tampoco me parece ésta una buena opción, porque los viajes organizados, con más de 65 años a las espaldas y comidas basura, no creo que sea demasiado recomendable...

Para viajar hay que tener dinero y juventud. Patear calles y monumentos, espacios y paisajes y acabar con una buena comida en el mejor restaurante de la zona. Todos nuestros viajes nacionales han sido con nuestro propio coche, organizados de antemano, visitando lo que más nos gustaba de cada destino, quedándonos en buenos hoteles y comiendo en buenos restaurantes. Nada de pollo, carne empanada y patatas fritas. Eso lo guardamos para cuando nos apetezca en casa. Cuando salimos solemos comer lo tradicional de cada sitio. Nada de delicatessen, pero no hay mejor paella que la de la Comunidad Valenciana, el cochinillo o el lechazo de Segovia, el chuletón charro de Salamanca, la fabada de Asturias, el marisco de Galicia y los pinchos del País Vasco.

Autobús y caminar todo el día (ya jubilado) intentando seguir a los guías para ver algo que ya no merece tu interés, para acabar en un pésimo hotel y comiendo sopa, filete empanado con patatas y un flan, no es precisamente la panacea de los viajes. Sin embargo no es mi intención criticarlo. Cada cual hace su vida y va donde quiere o puede ir. Y por supuesto, en el orden que la vida y la economía permiten. 
Nada es criticable pero yo, con 66 años a mis espaldas, no me veo capaz de patearme en este momento los 130 Km2 de mi término municipal. Tampoco repetir visita a los 135 pueblos de mi provincia, ni volver a recorrer las 54 capitales españolas. Me apetece, eso sí repetir crucero o coger un avión y plantarme en París, Londres, Bruselas o Nueva York. A 7 Km. de la puerta de mi casa tengo el aeropuerto de Castellón, abierto y con aviones... Claro que primero han de subir los que tanto lo criticaban... La gente corriente, los de segunda clase, vamos después.

RAFAEL FABREGAT 

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