20 de diciembre de 2014

1604- LA NAVIDAD EMERGENTE.

Veremos si es verdad, pero todos coinciden en que este año (por fin) la gente está gastando más. Para la cultura occidental las Fiestas Navideñas son las principales del año y en las que más regalos se cruzan entre amigos y familiares. Sin embargo no faltan tampoco las notas de tristeza. Siendo una fiesta eminentemente familiar es lógico que en algunas familias se noten más que nunca las ausencias de seres queridos que por diferentes razones no están entre nosotros. Como tantas veces se dice en este blog, la felicidad no es plenamente alcanzable en este mundo de muchas penas y pocas alegrías, pero sin embargo debemos ser fuertes y, aunque sin olvidar a los ausentes, disfrutar de los presentes. 
A diferencia de otras familias cuya cena puede ser multitudinaria, en nuestra casa la tradición es que la cena de Nochebuena sea solo con los familiares más directos, o sea, solamente con hijos y nietos. En este momento nueve comensales en total.


Todos damos buena cuenta de los diferentes manjares preparados para una noche tan especial. Normalmente solemos empezar con un buen queso curado, el mejor jamón de bellota y algunos otros embutidos del mismo animal. Claro que eso es algo informal, forma de justificar el descorche de la primera botella de vino, previo a la cena y mientras ésta termina de prepararse. La cena empieza invariablemente con ahumados y marisco de distintas clases y sigue con pescado al horno. El plato fuerte es el lechazo o cabritillo. El postre suele variar de año en año. 


En nuestra casa somos poco dados al vino tinto y solemos regar todo lo dicho con un buen Chardonay, un Albariño y un Godello, así, "in crescendo". En los postres hay que brindar con un buen cava. Nosotros siempre lo hemos hecho con un Segura Viudas Reserva Heredad pero, con esto del independentismo... 
A los postres el personal no puede aguantar más y es obligado abrir el montón de cajas que esperan bajo el árbol navideño. Pequeños y mayores abrimos nuestros regalos respectivos, para alegría de todos. Se impone entonces el brindis tradicional, pidiendo salud y prosperidad para el próximo año. 


Es en ese punto cuando un servidor colabora en el resultado final de esta cena de Nochebuena, preparando los cafés y copas que cada uno solicita. Lo mejor no son los sabrosos manjares de la cena, sino comerlos con tu familia en una reunión muy limitada y muy especial. En nuestra familia los ruidos, si los hay, los guardamos para el día de Navidad, el de Año Nuevo o el día de Reyes. Para nosotros la Nochebuena es otra cosa, algo muy íntimo y especial. En fin, esa es nuestra cena previa a la Navidad. Al día siguiente (Navidad) solemos comer con los cuñados y todo el que quiera apuntarse.

Claro que, desde unos años a esta parte, el día de Navidad vamos de restaurante y de esta forma las señoras, siempre más castigadas, disfrutan tranquilamente de una buena comida sin sobresaltos. Cuando me contaron esto de hacer la comida de Navidad fuera de casa quedé un poco extrañado. Me parecía casi un pecado que la comida de Navidad, siempre tan familiar, se desarrolara en un restaurante. Sin embargo la vida enseña y marca nuevos caminos a seguir. En un restaurante puedes tener tu tiempo para la familia, con la ventaja de no tener que guisar, ni lavar platos...

RAFAEL FABREGAT

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