24 de noviembre de 2014

1581- CATALUÑA "NOS ROBA".

El título, para que vamos a engañarnos, no responde a la verdad. Como todos habrán comprendido es un símil de la tan manida frase "España nos roba" esgrimida estas semanas atrás por los independentistas catalanes que con ella pretendían justificar su odio hacia el resto de españoles. Como no podía ser de otra manera, el gobierno de España y también de los catalanes adinerados, contraataca descargándoles unos fajos de billetes, pero no para paliar el hambre de los más necesitados, sino para divertimento de los ricos, que son al fin y al cabo los que lo deciden todo desde más allá de los tiempos.  

Por increíble que parezca el Gobierno del PP, en un acto que pretende sin duda conquistar la voluntad de la burguesía catalana, destina 4,1 millones de euros al Liceo de BarcelonaComo si el resto de españoles fuéramos tarados, pobres imbéciles sin ninguna inteligencia, la vicepresidenta del Gobierno de Mariano Rajoy pone esta ayuda como prueba de su buena voluntad hacia el pueblo catalán. Mientras muchos españoles acuden a recoger comida de beneficencia para alimentar a sus hijos, el Gobierno destina más de 682 millones de pesetas de ayuda al Liceo de Cataluña para que las mujeres más ricas de Barcelona puedan lucir sus abrigos de visón en la ópera.


¡Y muchos de nosotros, algunos sin trabajo y sin casa, votándoles desde hace más de 40 años...! ¿Extraña actuación la de un Gobierno de derechas?. Pues no. ¿Acaso esperaba alguien otra cosa?. Esta medida y otras que sin duda vendrán, son política de altura. Las que sin duda puede devolver la paz entre los pueblos de España. 
Porque la gente corriente, de Cataluña o de fuera de ella, no pinta nada. Somos todos simples marionetas al servicio de los poderosos. La gente que sufre para llegar a fin de mes se lamenta, claro está, de que sus exiguos dineros vayan a este tipo de "cosas de ricos" y no a solucionar el problema de los pobres que es lo que esperan algunos ilusos, pero así ha sido siempre. 

¿Destinar 4,1 millones de euros para rescatar (momentáneamente) de la ruina una institución destinada a divertir a los ricos?. Una cosa -piensan los pobres- es la ayuda pública a una desgracia como fue años atrás el incendio de este emblemático teatro, pero contribuir a los gastos normales de la institución... Los pobres (que no tontos) no pueden entender que el dinero de sus impuestos se utilice para que la gente rica de Barcelona pueda seguir viendo al Ballet Imperial Ruso, del Bolshói de Moscú y a los cantantes de ópera más famosos del mundo, con entradas a mitad de coste. Porque los cantantes de ópera y el ballet más famoso del mundo cuestan dinero y la taquilla no cubre gastos... 

Ese dinero debería salir de las entradas o de los fondos de una institución destinada a divertir a tan ilustres asociados, naturalmente sufragada por éstos. ¿A quien se le ocurre que semejante despilfarro deba pagarse con dinero público?. El resto de mortales, cuando vamos al fútbol, al cine, o al teatro pagamos nuestra entrada. Con mayor razón, los ricos que paguen la suya. Y cuando determinado local no saque lo suficiente para afrontar sus gastos, que cierre sus puertas. ¿A quien se le ocurre que un pobre tenga que pagarle al rico una parte de su entrada al Liceo barcelonés?. Pues a un rico. ¡A quien si no, se le va a ocurrir semejante barbaridad!.

Una entrada a cualquiera de esos eventos puede costar 100/150 euros por persona. Difícil que un pobre pueda llevar a su mujer a la ópera con una pensión de 576 euros mensuales. Lo cual no quiere decir que la entrada sea demasiado cara. Todo lo contrario. El problema es otro. Para que el Teatro del Liceo de Barcelona pueda ofrecer una buena ópera al público sin perder dinero, debería vender sus entradas dos o tres veces más caras pero, como los espectadores no quieren pagar tal cantidad, cierran con pérdidas esperando el correspondiente rescate con dinero público. 

No siendo rentable el Teatro del Liceo tendría que cerrar pero, naturalmente, eso no lo quiere nadie. La solución ya la saben ustedes: subvención pública que abarate las entradas. Lo suficiente para que vayan los ricos pero no tanto como para que acudan los pobres. Es así de simple. Los ricos quieren que la pobreza siga existiendo, pero no quieren verla. A la puerta del Liceo, en las mismas Ramblas, hay gente durmiendo en la calle bajo cartones pero no eso no les importa. Los millonarios tienen a su chófer esperándoles a la salida del teatro y los menos ricos tomarán un taxi que les lleve a su chalet, en la zona alta de Barcelona. Allí el frío no es tan elevado. De todas formas les espera la calefacción encendida...

RAFAEL FABREGAT

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