18 de septiembre de 2014

1518- SUPERLUJO EN SVETI STEFAN.

Así son las cosas de la vida y del mundo... La antigua aldea pesquera de Santo Stefano di Pastrovicchio, bañada por el Adriático a 8 Km. al sudeste de Budva, en la República de Montenegro, es actualmente destino de las gentes más adineradas del planeta. La pequeña isla pesquera de 12.400 m2., donde apenas podían comer las familias allí establecidas, no solo ha dejado de ser isla y convertida en istmo, sino que ha aparcado la humildad de aquellas casas de pescadores para convertirse en epicentro del lujo más exclusivo. También las exiguas playas, antes llenas de suciedad marítima, son hoy amplio arenal y paseo marítimo denominado la Riviera de Budva, lugar vacacional de gente adinerada, no solo del entorno, sino de muchos lugares del planeta.

Las isla convertida en hotel, tiene una pasarela exclusiva para que sus clientes accedan al mismo sin problemas. Los millonarios y las estrellas de fama mundial, en el deporte o el celuloide, ya no optan por las islas paradisíacas del Caribe, las Maldivas, Sheychelles o la Polinesia, demasiado masificadas. A los millonarios les gusta la tranquilidad y la exclusividad. Actualmente el mundo se ha hecho pequeño y los lugares exclusivos escasean. Pocos quedan que no puedan ser visitados por cualquier asalariado, aunque solo sea en un viaje de "luna de miel" y a los millonarios solo les gusta convivir con gentes de su mismo nivel. La solución no está pues en las islas caribeñas, ni en las paradisíacas del Índico o del Pacífico, actual destino elegido por muchos recién casados.


Sveti Stefan ya era aldea de pescadores en el siglo XV, pero en la década de 1950 los pocos habitantes que quedaban marcharon a golpe de talonario y alguna que otra amenaza. No es que aquellos desgraciados cobrasen cifras desorbitadas del Grupo Amanresorts, interesado en convertir la paja en oro, sino que sin duda fueron los gobernantes (nacionales o locales) los que se encargaron de desalojar a los molestos ocupantes. El resultado fue convertir aquella antigua aldea en el destino más exclusivo de Montenegro. Exteriormente todo fue restaurado pero sin grandes cambios. El complejo hotelero mantuvo las antiguas casas, las calles y las plazas pintorescas en el mismo lugar que ocuparon durante siglos, pero con el glamour que la élite demanda.

Todo el interior de las casas fue demolido y sustituido por modernos espacios donde el lujo no tiene límites. Cada casa es diferente y exclusiva. Además de las dos piscinas del complejo, algunas de ellas cuentan con piscina privada y climatizada. Aparte de las habitaciones, el hotel tiene a disposición de los clientes seis cabañas-spa donde se ofrecen todo tipo de masajes y tratamientos corporales. Una revista sobre destinos turísticos de lujo escribía que "Sveti Stefan es el patio de recreo de los ultra-ricos". Fuera del alcance de la mayoría (1500 €/noche) combina el encanto de su apariencia antigua, con la modernidad y el confort de sus interiores, la blanca arena y el azul turquesa de sus aguas. 


No se hubieran podido dar adjetivos más exactos ni merecidos. Para los menos favorecidos por la fortuna, la costa del entorno se ha visto plagada de hoteles, pero no es lo mismo. También las villas particulares de cuidado jardín y amplia piscina, no aptas para bolsillos de clase media-baja, miran al horizonte. Apenas 2 Km. de costa, donde no hay lugar para mediocres y menos aún para mendigos. Son muchos los que se aproximan a la sombra del árbol frondoso, pero son pocos los que se cobijan bajo sus ramas. Nada es comparable con lo que acontece dentro de la antigua isla, ahora istmo de Santo Stefano. Ese es otro mundo, solo reservado para los más pudientes. 


En la isla solo cincuenta habitaciones, una decena de cabañas y cuatro suites. Son pocas, pero suficientes para que nadie pueda sentirse solo o masificado. No hay temporada alta o baja en la isla de Santo Stefano. Independientemente de la estación del año, los ricos disponen de tiempo y juegan con él, mientras otros trabajan para mantener el nivel de quien les paga. Los más afamados artistas de cine, los más destacados deportistas y los millonarios de la industria o el petróleo, han pasado por esta isla de ensueño, alguno de ellos rodeado de su séquito. Nada es demasiado, si el objetivo es codearse con la élite mundial o firmar un contrato millonario.

RAFAEL FABREGAT

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