21 de agosto de 2014

1480- EL MATRIMONIO Y EL SEXO.

Alguien podría pensar que viene a ser una misma cosa pero no es así. La infidelidad, tanto masculina como femenina está a la orden del día. Con una frecuencia que podría parecer escandalosa, hombres y mujeres buscan otras relaciones fuera de la pareja. La única diferencia entre hombres y mujeres es que ellos buscan la aventura y por lo tanto todas cuantas ocasiones se les pongan a tiro, mientras que la mayoría de ellas no suelen tener más de un amante. Mientras los hombres buscan la aventura del sexo esporádico y casual, las mujeres buscan más pasión y más sexo.


¿Quiere decir esto que hay inminente peligro de ruptura en la pareja?. Pues no. Ni ellos ni ellas indican con esta actitud estar buscando una nueva pareja. Se trata simplemente de ampliar horizontes, de romper la monotonía. Está claro que el antiguo modelo de relación sexual con una sola persona ha fracasado, aunque estas relaciones extramatrimoniales esporádicas no significan que el amor a nuestra pareja haya finalizado. Una reciente investigación indica que el 67% de las mujeres que se acuestan con otros hombres lo único que buscan es más pasión y más sexo del que tienen con su pareja.


La mayor parte de las mujeres entre 35 y 45 años dicen estar enamoradas de su marido y en ningún caso pretenden separarse de él, lo que indica que ser feliz en el matrimonio no tiene nada que ver con ser feliz en la cama. La relación sexual de la pareja suele disminuir en frecuencia y en calidad a lo largo del tiempo. La monogamia duradera suele provocar aburrimiento y apatía. Todo esto desaparece con un nuevo partener, puesto que significa la novedad y la aventura. La creencia popular es de que el hombre engaña porque es más fogoso y necesita ampliar horizontes, mientras que la mujer lo hace porque falla la relación.


El citado estudio determina que hombres y mujeres son muy parecidos en sus necesidades sexuales. Como se ha dicho anteriormente la única diferencia es que la mujer solo busca la aventura con otro hombre, mientras ellos buscan la mayor diversidad posible. Parece ser que tal diferencia tiene que ver con la cultura ancestral de que para el hombre tener muchas mujeres significa ser más macho, mientras que en la mujer está mal visto tener más de un hombre. Lo que al hombre le da más categoría y le permite vanagloriarse, a la mujer la estigmatiza y fruto de esta represión la obliga a ocultarlo.

Negando inconscientemente esa ligereza que se les achaca, las mujeres prefieren la monogamia también en las relaciones fuera del matrimonio. Mientras el hombre busca relaciones diversas, frenéticas pero esporádicas, la mujer busca la pasión y el desenfreno en una sola relación puesto que necesitan estar emocionalmente conectadas con su amante. Solo así encuentran satisfacción en esa relación y no suelen abandonarla mientras ésta no entre también en la monotonía. Por extraño que pueda parecer casi todas ellas dicen estar enamoradas de sus maridos y en modo alguno pretenden romper su matrimonio.


A pesar de todo lo dicho anteriormente las altísimas cifras de engaños y divorcios dicen bien a las claras que el antiguo modelo de sexo con una misma persona está totalmente obsoleto. Lo del matrimonio sin engaños y para siempre es ya una rareza, practicada por menos de un tercio de la población y bajando. Solo un dato deja espacio a la esperanza y es que estas aventuras extraconyugales no tienen el por qué presuponer que el amor entre marido y mujer haya terminado. Se trata simplemente de que la libertad deja espacio a la aventura y a la diversidad. Ya nada es pecado y el mal solo lo es cuando haces daño a los demás. Para evitarlo procura que el otro no se entere. Ojos que no ven... corazón que no siente.

RAFAEL FABREGAT

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