25 de junio de 2014

1423- LA CARRETERA DE GUOLIANG.

Guoliang es una aldea china de 350 habitantes ubicada en las montañas Taihang, en la provincia de Henan. Su acceso era poco menos que imposible hasta cuatro décadas atrás cuando sus habitantes decidieron llevar a cabo la construcción de un túnel para salir de su aislamiento. Hasta entonces solo unas peligrosas escaleras excavadas en la roca, a las que llamaban "la escalera del cielo", permitían la salida de los aldeanos jóvenes y fuertes hacia la civilización. Durante décadas rogaron al gobierno chino una solución para que una carretera les conectara con el exterior, pero nunca fueron escuchados. 

Cansados de suplicar en vano, los viejos de la aldea se reunieron y tomaron la decisión de hacer aquella carretera ellos mismos. Sin dirección de obra, sin expertos y con tan solo conocimientos de agricultura elemental, el año 1972 el consejo de viejos del lugar mandó a 13 de los más fuertes a emprender el trabajo. Centímetro a centímetro y sin otra ayuda que sus manos y herramientas manuales, que fueron conseguidas a cambio de buena parte de sus animales, fueron abriéndose paso en la roca día a día, en un trabajo impensable para nuestro tiempo, ya finales del siglo XX. 


Relevándose semanalmente y tras la muerte de varios jóvenes de la localidad, en 1977, transcurridos cinco años de aquella decisión unánime del consejo, el trabajo estaba terminado. Un colosal túnel de 4,20 m. de ancho por 4,80 m. de alto y algo menos de dos kilómetros. Extraordinaria hazaña, casi sobrenatural. El resultado, como es lógico, es una construcción burda y de escasa seguridad, por lo que no todos se atreven a pasar por ella. Sin embargo ahí está, desafiando todas las leyes de la gravedad.


El túnel de Guoliang es de una sola dirección, aunque en determinados puntos pueden cruzarse dos coches, no sin jugarse la vida. Es un burdo agujero en la inmensa montaña que se convierte en una ruta impresionante, una de las más peligrosas del mundo. Un túnel espectacular, por las vistas y por el duro esfuerzo en aras de permitir el paso de personas y vehículos por un intrincado laberinto de roca. La escasa colaboración del gobierno llegó con el asfaltado de la misma.

Por increíble que pueda parecer, todo el túnel fue excavado por simples labradores y con el único sistema de seguridad de algunos tablones de madera en algunos puntos más débiles. A pesar de su peligrosidad el túnel de Guoliang se ha convertido, por sí mismo, en un atractivo turístico. Para los mayores todo un desasosiego. Ningún peligro había acechado hasta ahora a estas gentes, que nada sabían de impuestos, conflictos, guerras, o adelantos espaciales. 


Ningún problema de la zona les había afectado jamás, pero eso ha pasado sin duda a la historia. Para bien o para mal, ya están en el mundo y todos saben de su presencia. Las casas del pueblo eran hace poco de piedra y también las sillas, mesas, cuencos y utensilios para comer. Por lo visto era único material conocido y disponible hasta entonces por estas gentes. Para adquirir las herramientas con las que construir la carretera, se desplazaron los hombres más capacitados del lugar y vendieron sus animales al objeto de conseguirlas. No tenían dinero en efectivo.  


Hoy su aldea se ha convertido en lugar de peregrinación de todos aquellos que disfrutan con el peligro y las rarezas de este mundo. Aquel lugar desconocido por todos, es ahora lugar favorito para muchos turistas que disfrutan con la extraña comida y el trato amable de sus gentes. 
Las casas se han renovado y algunas se han convertido en bares y tabernas, no abiertas por los autóctonos, sino por gentes llegadas de fuera. Es lo que tiene el progreso... 


También se han hecho puentes y caminos que permiten a los visitantes el acceso a lugares con vistas impresionantes que alegren su estancia en lugar tan exclusivo. Su visita sorprende a los aldeanos y hasta casi les molesta, acostumbrados como estaban a la soledad, pero el dinero que ingresan les viene bien para ponerse al día en temas de modernidad. Salir del anonimato no cumplirá las expectativas que aquellas gentes pensaban cuando programaron la construcción del túnel, pero ahora ya es tarde. De todas formas llegar sigue siendo difícil. 


A 120 Km de Zhengzhou la estación de tren más próxima te deja a 80 Km. del lugar. Un autobús te lleva a Xinxiang y desde allí otro te deja en las proximidades de la montaña. El trayecto de 65 Km. cuesta más de dos horas. Capitalistas llegados de fuera han construido incluso dos hoteles. (?) En 2011 los aldeanos se rebelaron contra las autoridades por la excesiva llegada de foráneos y el escaso beneficio que a ellos les reportaba. Con el escándalo quedaron restringidas las visitas. Actualmente es barato ir a pie, pero muy caro con vehículo. Hay establecido una cuota de 80 RMB (10€) por cada vehículo que pase. Imagino que con esta tarifa los curiosos ya no serán tantos. Ya tienen carretera, pero siguen estando aislados. ¡Ahora por cuestiones de peaje!.

RAFAEL FABREGAT

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