10 de junio de 2014

1404- SIGÜENZA, "capital" de Guadalajara.

Ya comenté unos días atrás que en mi casa nos preciamos de conocer toda España, pero habían quedado en el tintero tres provincias que no suelen entrar en los circuitos a organizar desde la costa levantina en la que residimos. En una de ellas está la Alcarria.


En la Comunidad Valenciana tenemos huertos de naranjos, pero allí tienen enormes extensiones de trigo y muchas más amapolas de las que quisieran. Todo es bello si con buenos ojos se mira. Lo que a Guadalajara le falta es una oferta cultural de peso, tan abundante en ambas Castillas. Este fin se semana, largo para la gente de nuestro pueblo por celebrarse 
el 2º día de Pascua de Pentecostés y devolución de nuestra Patrona a su ermita, hemos querido subsanar nuestra ignorancia con respecto a esta provincia "olvidada" y hemos marchado ex-profeso a conocer Guadalajara, capital de la Alcarria narrada por el maleducado Camilo José Cela, que Dios tenga donde se merece. 


Lo de maleducado era naturalmente una forma de ser, una pose frente a la vida y a sus semejantes, siempre mirados de forma prepotente. Ser personaje tan pretencioso, no fue impedimento para que le dieran premios que escritores muy superiores a él no han recibido ni siquiera en sueños. Son las paradojas de la vida. En 1987 recibió el Príncipe de Asturias de las Letras; el Nobel de Literatura en 1989 y el Cervantes en 1995. Para más abundar en los méritos literarios de este personaje, en 1996 el rey Juan Carlos I le otorgó el título de Marqués de Iría Flavia, noticia que seguramente recibiría con un exabrupto, un eructo descomunal y un pedo de cloaca incontinente. Era lo que él hacía cuando le venía en gana... y siempre respetado. Es lo que tiene ser de buena cuna y bautizado en la Colegiata de Santa María la Mayor, en Padrón.

ATIENZA. Iglesia románica de San Bartolomé.
Como de costumbre, salimos de casa con una "ligera" idea de lo que íbamos a encontrar y una estudiada distribución del tiempo, en función de las visitas a realizar. Después la vida te da sorpresas. Unas veces te faltan horas y otras te sobran días... ¡Así es la vida!. Uno se crea expectativas, con los viajes, con los amigos, con la familia, incluso con los hijos y nietos... y después sale lo que sale. Quien diga lo contrario, miente como un bellaco. En fin, sigamos... 
El primer destino era Atienza:  Villa medieval, Historia, Castillo, lugar de paso del Cid hacia su destierro, refugio de Alfonso VIII niño, catorce iglesias de las que quedan media docena mal contada, la mitad en estado ruinoso. 

Antes de llegar a Atienza se pasa por Salinas de Imón, un pequeño pueblo que históricamente recoge las aguas del río Salado y extrae la riqueza salobre de sus aguas. Claro que todo lo que nace acaba muriendo y aquellos grandes almacenes de antaño están hoy con los tejados caídos y solo una mínima parte de la explotación salina se mantiene. Lo que antes era forma de ganarse la vida decenas de familias hay ha dejado de ser rentable. Cosas de la vida, siempre cambiante. 


Lo mismo sucedió en Atienza, donde encontramos poco de su antigua Historia y mal conservado. La piedra arenisca del románico se deshace por el viento y la lluvia sin que nadie se preocupe en restaurar y mantener tan brillante patrimonio. De las catorce iglesias solo se visitan tres y ya no son iglesias sino museos de fósiles con ticket de acceso. 
Destacar que en una de las exposiciones, concretamente en la iglesia de San Gil, hay un antiguo "catafalco", especie de ataúd  que servía de ornamento para la oración a los difuntos. 
Fuimos buscando unas historias y encontramos otras, totalmente diferentes. 
Ante esa falta de colaboración político-religiosa en la restauración del patrimonio artístico, alguien pensó que reunir una muestra de la inmensa riqueza fósil de la zona podía ayudar. Menos mal. Las exposiciones de fósiles, es algo que nos encanta. Verdadera historia de la Naturaleza y la Biodiversidad que ha precedido al mundo actual. ¿Qué vendrá después?. Nada bueno, supongo. 


Marchamos hacia Sigüenza, capital histórica y monumental de Guadalajara, por mucho que les pese a los capitalinos. Sigüenza tiene importante catedral, como no podía ser de otra manera siendo sus 96 obispos dueños y señores de la villa, del castillo y de todas las tierras de alrededor, hasta chocar con los moros de Albarracín, 125 Km. más abajo. Derechos de conquista. Así llamaban al expolio que los ricos hacían a los pobres. Cortaban la mano que robaba una col y ponían en un altar a quien robaba el campo que las contenía. Así fueron siempre las cosas de este mundo... y así siguen siendo. 


Es difícil llegar a viejo. No es una cuestión de salud, que también. Sin embargo, aún teniendo salud, no todos tienen las agallas necesarias para ser ciego en un mundo con tanta maldad. Mientras uno es joven tiene mejores tragaderas y por mucho que sufra o vea sufrir a los demás, pasa de todo y de todos. Claro que más pronto o más tarde, dependiendo de la conciencia de cada cual, el asco provoca la inapetencia y uno muere de hambre. De hambre de amor, se entiende, ese que la injusticia impide que llegue a la gente de bien. Buena calificación pues, para Sigüenza. Excelente su catedral y su castillo, aunque este último no se pueda visitar más allá del patio de armas por haberse convertido en Parador Nacional. Excelentes también sus asados en horno de leña, sus filloas... el trato amable y cercano de sus gentes para con el viajero. Los buenos restaurantes abundan en ciudad tan turística, destino imprescindible para los amantes de la Historia y único motivo que nos ha llevado a Guadalajara. Estancia agradable en el Hotel HC SIGÜENZA***, junto a la Alameda, edificio de nueva planta y trato familiar.


Seguimos hacia Guadalajara capital, con parada previa en Torija. Visita obligada de su castillo medieval del que nada queda interiormente. Volado durante la Guerra de la Independencia para evitar que cayera en manos de los franceses fue reconstruido a mediados del siglo XX y convertido su interior en un majestuoso Centro de Interpretación Turística que nos habla de los diferentes personajes que por allí pasaron. Tres plantas dinámicas y abiertas que deleitan al visitante, que marcha con ganas de ver más, algo que no suele ocurrir con frecuencia.


Después Guadalajara ciudad. Espléndido el Hotel AC GUADALAJARA**** con lujosas habitaciones y cocina de autor 
en su excelente restaurante. Todo magnífico, a excepción de los TV todavía antiguos. A 200 metros del hotel teníamos el Palacio del Infantado, lo mejor por no decir lo único de bueno que tiene Guadalajara como tema turístico-histórico. Impresionante fachada y tanto o más impactante su patio interior. Fue construido por Iñigo López de Mendoza y Luna, II duque del Infantado. Para los amantes de la historia del Papa Luna diremos que este noble señor estaba casado con María de Luna y Pimentel, hija del condestable Álvaro de Luna, sobrino-nieto del Papa de Aviñón, nuestro bien amado Benedicto XIII, que (siguiendo en sus trece) en el lecho de muerte de su Castillo de Peñíscola todavía murmuraba: "el verdadero Papa soy yo".


El Palacio del Infantado fue marco para la boda del rey Felipe II e Isabel de Valois, los salones bajos fueron decorados por los artistas italianos que estaban trabajando en El Escorial. Durante la Guerra Civil Española (1936-1939) el palacio fue derruido por las bombas. Al finalizar la contienda, el XVIII duque del Infantado y el Ayuntamiento de Guadalajara cedieron el edificio a la Diputación Provincial para su recuperación y uso público común. Previo a ello la familia Mendoza se llevó todas las pertenencias útiles que había, aunque ya nada quedaba de su antiguo esplendor y ninguno de sus artesonados mudéjares, tenidos por los mejores del mundo. A excepción de las salas habilitadas como museo, todas las puertas que dan al magnífico patio, antiguos archivos, bibliotecas o simples almacenes del Ayuntamiento de Guadalajara están cerradas al público. 


Al día siguiente regresamos a nuestra querida Comunidad Valenciana, "la millor terreta del mon". Lo hicimos por la N-320, pasando por Cuenca para enlazar con la Autovía Madrid-Valencia. Aunque ya habíamos estado un par de veces en Cuenca, entramos a visitar la catedral. Un verdadero suplicio por la imposibilidad de aparcar en el centro de la ciudad. Salida y parada en Requena para comer en el Mesón del Vino y desde allí directos a Castellón donde nos esperaba nuestro nieto Nicolás, primer varón que llega a la familia Fabregat-Segarra en 65 años. Allí nos reunimos con sus padres (Israel y Ana) y nuestra hija mayor (Montse) y su marido (David) con nuestras nietas Inés y Daniela. Preciosas. ¿Se parecerán a su abuela Montse?. Porque a mí... ¡Quita, quita, mejor no!

RAFAEL FABREGAT

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