16 de abril de 2014

1339- EL PATRIARCA ABRAHAM.

Ruinas de Ur con el Zigurat (restaurado) al fondo.
El Génesis nos cuenta que Abraham fue el primero de los Patriarcas posteriores al Diluvio Universal. Su nombre (Padre de muchos pueblos) se lo puso Dios cuando lo nombró pastor del pueblo hebreo, pueblo de Dios que habitaría las tierras de Canaán. Es pues en el propio Génesis (11:26 y 25:18) donde se cuenta todo lo relativo a este personaje. 
Abraham, hijo de Taré, es la 11ª generación detrás de Noé. Nació en Ur (Mesopotamia), ciudad próxima a la desembocadura del río Eúfrates, 24 Km. al suroeste de Nasiriya, en medio del desierto de la actual Iraq. Las ruinas de Ur fueron descubiertas en 1854 por J. E. Taylor a expensas del Museo Británico. La identificación fue posible gracias a las tablillas de arcilla encontradas. Sin embargo el hallazgo cobró mayor importancia para los saqueadores que para los propios descubridores y en poco tiempo miles de tablillas procedentes del lugar invadieron los mercados de antigüedades de Bagdad, pasando a manos de coleccionistas privados.



NABLUS. Imagen del siglo XIX.
Abraham murió en Hebrón (Cisjordania) y fue enterrado con Sara, su esposa, con sus hijos Isaac y Jacob, con Rebeca, esposa de Isaac y nieta de su hermano Najor y su nuera Lea, esposa de su hijo Jacob. El padre de Abraham, Taré, era la 10ª generación de Noé a través de su hijo Sem. Se asentó con su familia en Jarán, la actual Harrán (Siria). A la muerte de Taré, cuando contaba 205 años de edad, Abraham tenía 75 años y fue entonces cuando se le apareció Yahvé y le ordenó que marchara con su familia y fundara un nuevo pueblo en tierras de Canaán. Dios le señaló el encinar de Siquem como tierras para él y los suyos. Allí se formaría la ciudad de Nablus (Cisjordania) que daría cobijo a la tribu de Efraím y sería la primera capital del Reino de Israel. Hay gran sequía y siendo pastor trashumante, Abraham construye un templo a Yahvé pero sigue hacia el desierto de Neguev en busca de pastos que calmen el hambre de su rebaño. (Gen. 12:10)

Abraham va más allá y llega hasta Egipto dándose cuenta de que su esposa (Sara) es codiciada por los hombres e incluso por el propio Faraón. Ante el peligro que esto supone para la vida de Abraham, éste le sugiere a su mujer que diga que son hermanos. De hecho lo son por parte de padre, por lo que la mentira no es completa. Encaprichado de Sara, el faraón la toma para sí y a Abraham le regala ovejas, ganado, asnos, camellos y siervos. Sin embargo finalmente el faraón se entera de que Sara es la esposa de Abraham. Montado en cólera los expulsa del país ordenando a sus soldados que los escolten hasta la frontera y ellos y toda la familia marchan de Egipto camino de su tierra. No sería esta la única vez que el matrimonio tuvo problemas con la belleza de Sara


El rey Abimelec se desagravia con Abraham y Sara.
Ya en tierras de los filisteos, Abraham y su familia llegan a Gerar y como hicieran en Egipto los esposos fingen ser hermanos. Está claro que Abraham era una persona astuta, siempre bajo la providencia de Yahvé. El rey Abimelec la quiere tomar por esposa pero es avisado en sueños del adulterio y que se le castigará con la esterilidad de todas sus mujeres y hasta con la muerte si no intercede por él Abraham. El rey se excusa diciendo no ser conocedor de que Sara ya estuviera desposada y en desagravio colma al matrimonio de regalos, permitiendo que se asienten en el lugar que elijan. El lugar elegido por Abraham incluye un pozo del que Abimelec no quiere perder su propiedad pero finalmente transige para evitar las represalias divinas. (Gén. 20 y 21) 

Tras los incidentes ocurridos en Egipto y Gerar, Abraham y su familia regresaron a Canaan y allí vivieron varios años incrementando hacienda y rebaños hasta que finalmente hubo discordia entre sus pastores y los de su sobrino Lot con el que también estaba asociado. Abraham propuso a Lot que se separaran y permitió a éste que eligiera su parte. Avaricioso Lot eligió las tierras fértiles al este del Jordán, próximas a las ciudades de Sodoma y Gomorra y Abraham y su familia quedaron en Canaan. Poco tiempo después ejércitos invasores del rey de Elam sometieron las ciudades de la llanura obligándoles a pagar tributos. Tras doce años de cautiverio las ciudades se rebelaron y los invasores regresaron derrotando a los rebeldes y tomando cautivos, uno de los cuales fue Lot. Abraham reunió a sus hombres y persiguió a los de Elam derrotándoles cerca de Damasco.


Siendo Sara estéril ofreció a su esposo Abraham a su esclava Agar que de inmediato le da un hijo que se llamará Ismael. Esto provoca los celos de Sara que la expulsa al desierto. Allí se le aparece a Agar el Señor diciéndole que perdone a Sara. Que vuelva con ella, prometiéndole que su hijo Ismael engendrará doce príncipes de una gran nación. Cuando Abraham tiene 99 años se le aparece Dios con dos ángeles, los tres con apariencia humana. Les acoge en su casa y durante la cena le anuncian que Sara dará luz a un hijo al que llamarán Isaac, a partir de cuyo momento todos los varones de la Casa de Abraham deberán circuncidarse. Después marchan a Sodoma a destruir la ciudad del pecado. Abraham intercede rogándole a Yahvé que no destruya tan gran ciudad por un puñado de pecadores.
  - ¿Cuantos inocentes crees tú que hay en Sodoma? -pregunta el Señor.


Abraham pide que no la destruya si encuentra cincuenta inocentes, o cuarenta, o treinta. Llegados a diez Yahvé le promete no destruirla si los encuentra. Los ángeles fueron a casa de Lot y viendo su belleza pronto se reúne una muchedumbre que quiere abusar de ellos. Lot ofrece a sus hijas a cambio de que dejen tranquilos a sus invitados pero la muchedumbre insiste y los ángeles les dejan ciegos. A la mañana siguiente la ciudad de Sodoma es destruida, ordenando los ángeles a Lot y su familia que marchen y no vuelvan su mirada, pero la esposa de Lot se gira curiosa y queda convertida en estatua de sal. Meses después Sara le dio a Abraham el hijo prometido por Dios, al que puso el nombre de Isaac

Según la exégesis bíblica en tiempos remotos los cananeos sacrificaban su primogénito a Dios. A tal efecto, unos años después del nacimiento de Isaac, el Señor le pidió a Abraham que le ofreciera a su hijo en sacrificio en el monte Moriah para probarle. (Gén. 22:1-19) Abraham tardó tres días en llegar al túmulo señalado por Dios. Le acompañaba un siervo, ambos cargados de leña para el sacrificio y con ellos su hijo Isaac. El siervo pregunta varias veces a su señor donde está el animal que deben sacrificar y éste le responde que ya Dios le proporcionará uno cuando llegue el momento. Próximos a la cumbre Abraham le pide al siervo que espere allí y él y su hijo suben solos hasta el túmulo del sacrificio. Isaac parece comprender y se apresta al sacrificio pero, cuando la mano de Abraham se alza con el cuchillo, un ángel detiene su mano.


  - El Señor sabe que eres temeroso de Dios. Toma un carnero y sacrifícalo en lugar de tu hijo -le dijo el ángel. 
Como recompensa por su obediencia y abnegación a Isaac le prometió gran prosperidad y numerosa descendencia. Tras este acontecimiento Abraham no volvió a Hebrón con su esposa Sara, sino que marchó a Berseeba. Sara murio a los 127 años y fue enterrada en la Caverna de los Patriarcas, cerca de Hebrón, campo que Abraham había comprado años atrás a Efrón el jeteo. Abraham vivió algunos más, tantos que tomó nueva esposa (Cetura) con la que tuvo seis hijos. Murió con 175 años. La leyenda judía cuenta que su vida estaba previsto que durara 180 años pero Dios no quiso que pasara por el dolor de ver los hechos perversos de su nieto Esaú. Fue enterrado por sus hijos Isaac e Ismael en la Caverna de los Patriarcas donde años antes había sido enterrada su esposa Sara


En la época de Herodes el Grande se construyó un monumento alrededor de la tumba que siglos después los musulmanes convirtieron en mezquita con el nombre de Mezquita de Ibrahim. La tradición judía y coránica dice que bajo esta losa con forma de flor y tapa metálica central, están los pasadizos que llevan al lugar donde descansan los patriarcas y sus esposas. De la tapa cuelga hacia el fondo una lámpara votiva que ilumina una pequeña estancia subterránea desde la que parten dos pasadizos que se supone van a esas tumbas que muy pocos habrán visto. Tanto cristianos, como musulmanes y judíos veneran en este lugar lo que es considerado lugar de enterramiento de Abraham y Sara, Isaac y Rebeca y Jacob y Lea. Se dice que las tumbas están sin explorar puesto que la tradición cuenta que quien entre allí nunca más volverá a ver la luz del sol. 
¡Vaya hombre, con los curas hemos topado. Con lo bien que iba esto...!

RAFAEL FABREGAT

No hay comentarios:

Publicar un comentario