14 de febrero de 2014

1263- LOS ELEFANTES DE ANAIMALAI.

Está claro que el Paraíso Terrenal está en la Tierra. Lo que sucede es que su ubicación es muy variable puesto que cada uno de nosotros tiene el suyo particular. Para unos es un destino de playa, para otros la escalada de una montaña, el descenso en piragua por estrechas gargantas de aguas bravas, o la simple práctica del esquí. Los "paraísos" son por tanto muchos y muy variados, tantos como personas vivimos en este mundo. Todos los que nazcan tendrán los suyos, como ya los tuvieron los que marcharon. No me extraña que nadie quiera morirse. La vida y el mundo en el que vivimos es de una belleza sin igual. Solo nosotros, los humanos, la envilecemos con nuestros odios y venganzas, demasiadas veces por envidias injustificadas. 

Hoy centraremos una parte de la belleza de nuestro planeta en un lugar de la India. Se trata de las colinas de Anaimalai, en plena jungla del estado de Tamil Nadu, frontera con el de Kerala. Se trata de unas elevaciones, punto de encuentro entre las cordilleras orientales y las occidentales, en el distrito de Coimbatore. En sus laderas, grandes plantaciones de té y café constituyen, junto a la madera de Teca, la riqueza de los habitantes de este lugar paradisíaco. En dicho territorio se encuentra el parque nacional Indira Ghandi de aprox. 1000 Km2. de extensión, poblado de todo tipo de animales salvajes, entre los que se encuentra el elefante indio (Elephas máximus). 


El lugar es de visita obligada para los amantes de la naturaleza y miles de ellos lo visitan anualmente. 
Las diferentes manadas de elefantes pastan por las proximidades de ríos y bosque natural, a pesar de que estos enclaves ya tan solo representan el 5% de la superficie debido a la gran expansión de los cultivos de té o café. Sin embargo, aunque los animales eluden en lo posible su entrada en las plantaciones, de vez en cuando también se adentran en ellas cuando se trasladan de uno a otro enclave de zona boscosa. De todas formas parece ser que es poco o nulo el daño causado en las plantaciones ya que los elefantes se limitan a arrancar alguna rama baja de los eucaliptos, vegetación secundaria y la hierba que encuentran a su paso. 

Las autoridades han promocionado la protección de las zonas ribereñas y los bosques restantes como lugar para el forrajeo de estos animales, así como la plantación de café o eucalipto, adecuadas para los elefantes y sin consecuencias para el agricultor. A mediados del pasado mes de Agosto 2013, un elefante fue arrollado por un tren. En realidad suele ser bastante frecuente. Desde entonces cada día acude al lugar una manada de 15 ejemplares, para llorar la muerte de su camarada o quizás para vengarle. Los habitantes de la zona están francamente preocupados pues los paquidermos interrumpen constantemente el paso de los trenes y destrozan campos y casas de los alrededores.  

Las autoridades han intentado evitar su llegada y destrozos auyentándoles con petardos pero ellos hacen caso omiso a esos explosivos. Los expertos opinan que los elefantes vuelven constantemente no como recuerdo del elefante muerto, sino en un intento de "rescatarlo" del lugar donde ha desaparecido. 
Cuando un elefante muere de forma natural, sus congéneres lo cubren de ramas como especie de rito funerario pero, cuando lo hace de forma accidental, intentan "recuperarlo" volviendo una y otra vez al lugar de los hechos, lo cual es cada día más frecuente en esas regiones.  Como podemos ver, también la muerte está presente en los lugares más idílicos.

La permanente presencia de elefantes en las zonas fragmentadas de la India requerirá de las autoridades un programa de conservación de las zonas forestales como única fórmula para mantener su presencia causando los menores daños posibles. Un seguimiento exahustivo de las manadas ha determinado que los animales prefieren sobremanera el bosque a las zonas cultivadas durante el día y la vegetación de ribera durante la noche. Mientras encuentran comida en los hábitats selváticos naturales jamás entran en las plantaciones, salvo que éstas hayan de cruzarse para desplazarse. El verdadero Paraíso no existe, pues no hay lugar en el mundo que esté exento de una presencia humana que todo lo trastoca. 

Nuestra comodidad es justamente la que amenaza acabar con los pocos "paraísos" que nos quedan. Es nuestro sino. Transformar, modificar para que todo nos resulte más fácil de alcanzar, sin darnos cuenta que con esta actitud estamos cambiando las leyes de la naturaleza. Esas leyes que a no tardar mucho terminarán acabando con nosotros. Hace ya algún tiempo que la naturaleza está quejándose de nuestros desmanes y llegará un día en que dirá basta. No hará falta que vengan extraterrestres a invadirnos. Seremos nosotros mismos quienes acabaremos con la humanidad, lo que está demostrando que no somos tan inteligentes como pensamos.

RAFAEL FABREGAT

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