29 de agosto de 2013

1111- ¿QUÉ HACER CON LOS KILOS DEL VERANO...?

Esto es un cachondeo. Los meses previos al verano son muchos los que se ponen a dieta o aprietan en el gimnasio a fin de lucir cuerpazo por playas y terrazas. Sin embargo, conseguido el objetivo, llega el verano y se levantan todas las barreras. La sangría, la cerveza, tapas y combinados de todo tipo corren a raudales entre las mesas de un público enfervorizado por el alegre ambiente que los chiringuitos y las altas temperaturas proporcionan. El resultado es fácil de suponer. Los que perdieron dos kilos recuperaron cuatro y los que perdieron tres recuperaron seis. Se llama a esto "el efecto acordeón". Pasados los efluvios veraniegos y ante los kilos recuperados con creces y alguna incipiente barriguita a la vista, el personal se mira horrorizado y empieza nuevamente a pensar sobre las medidas a tomar para que la cosa no se desmadre, ya que próximamente entraremos en el otoño y la "abuela" pronto nos presentará algún cocido repleto de calorías en la mesa... 

Algunos periódicos nos dan ya algunas claves para rebajar el problema o, al menos para que éste no vaya a más, con los probables potajes que madres y esposas ya empiezan a tener en mente. Quedan atrás los gazpachos y las ensaladas y se vislumbran repito los cocidos de garbanzos y las fabadas con todos los derivados del cerdo. La vuelta a la rutina no es solo la pérdida de la libertad vacacional y el reencuentro con el trabajo, sino también la próxima llegada del otoño y la ingestión de comidas más calóricas que, a poco que nos descuidemos, nos harán perder la soñada silueta que algunos (y sobre todo algunas) disfrutaron a inicios del verano, para alegría de propios y extraños. En principio, esa figura excepcional que algunas lucieron a partir de la segunda quincena de Junio, a finales de Agosto había dejado paso a una incipiente barriguita y algún que otro michelín del que pocos se percatan hasta que atisbamos el final de las vacaciones. 

Pasadas las alegres fechas vacacionales es cuando se vislumbran las consecuencias de lo ingerido en estos dos meses de inconsciencia y desenfreno. Porque, claro, ¿que sería del verano sin los aperitivos de media mañana, las comidas relajadas -con o sin paella- los helados y las siestas?. Sin embargo esto de las dietas acordeón (dicen) no es demasiado bueno para la salud. Hacer una dieta puntual para, en breve tiempo, abandonarla y volver a lo de antes no es demasiado aconsejable. Lo mejor sin duda y única forma de mantenerte en el peso ideal es cambiar de hábitos y hacerlo de por vida. Las dietas "milagro" hacen perder peso pero, cuando las abandonas, recuperas más kilos de los perdidos inicialmente. Pasar hambre nunca es aconsejable puesto que es un sistema inviable a largo plazo pues acabas comiendo y recuperando los kilos perdidos y alguno más. El equilibrio entre las calorías ingeridas y las consumidas es lo que mejor funciona. 
No olvidemos que el engordar no es otra cosa que ingerir más de lo que se consume. Ante este tipo de trastorno lo mejor es cambiar los hábitos alimenticios, eludir los fritos y sustituirlos por el vapor, el horno o la plancha, comer más veces y en menor cantidad con la mayor variedad posible. El popular cocinero Arguiñano dice siempre que no se trata de dejar de comer o de estar todo el día pegando saltos... Se puede comer de todo, pero la mitad de lo que habitualmente comemos. Está claro que aquellos a los que nos sobra peso es porque comemos demasiado o porque hacemos poco ejercicio, por lo que lo aconsejable no es dejar de comer, sino comer menos cantidad y más veces. Si a esto le añadimos (como mínimo) el caminar unos kilómetros cada día, miel sobre hojuelas. 
Está bien eso de sentir placer cuando se come, pero tampoco debemos dejar al cerebro toda la libertad al respecto. 

Hemos de pensar que tenemos "dos cerebros" y mientras uno solo busca el placer y el libertinaje, el otro debe mantenerse vigilante para impedir que el primero se meta en excesos indebidos. No es fácil ganarle la batalla al cerebro libertino que, cuando está saciado, ataca al pensante con sensaciones de plenitud y bienestar que nos hace llegar por medio de hormonas y neurotransmisores invitándonos a repetir la "hazaña" todos los días. De todas formas lo de adelgazar, tampoco es conveniente hacerlo con prisas. Cambio de hábitos y pérdida lenta de peso es lo aconsejable para la salud y para afianzar cada una de las metas logradas. Y si llega el verano y adoptando una cierta ligereza se cogen un par de kilos tampoco hay que tirarse de los pelos. Pasadas las vacaciones se vuelve a la mecánica habitual y ya está. 
Si entre comidas te apetece comer algo, una pieza de fruta te quitará el hambre y te dejará satisfecho hasta la hora de la comida. 
















En ningún caso es conveniente un desayuno escaso y menos aún saltárselo. Salir de casa en ayunas te puede llevar fácilmente a la ingesta, a media mañana, de alimentos poco aconsejables. Comer tranquilamente sentado en la mesa deleita la comida y eres plenamente consciente de los alimentos que tomas y en qué cantidad los tomas. No olvides que la modorra tras la comida, siempre indica que nos hemos pasado...

En estos tiempos es costumbre bastante habitual comer viendo la televisión, cosa nada aconsejable puesto que nos distrae y comemos más, sin darnos cuenta de ello. Si entre plato y plato dejamos pasar unos minutos, es más que probable que perdamos parte del apetito y necesitemos comer menos. Por último... Un pequeño paseo cada día, olvidarnos de los dulces y beber un par de litros de agua sería providencial. No parece que se haya dicho nada nuevo en esta entrada pero los nutricionistas aseguran que, si se siguieran estas pautas de forma habitual no habría ningún problema de obesidad. ¿Lo probamos...?

RAFAEL FABREGAT

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