22 de agosto de 2013

1104- ¿QUÉ PIENSAN LOS HOMBRES?.

¿En qué vamos a pensar los hombres, si no en las mujeres?. Se podría pensar que una persona que ya está de vuelta de todo, más que nada por la edad, podría estar en condiciones de opinar y hasta de dar un consejo pero yo no lo tengo tan claro. ¿Será el amor? -cantaba Conchita Bautista. 
Yo siempre fui muy enamoradizo... 
La juventud, ya se sabe, es muy fogosa y al menos sobre el papel siempre se ha creído que los hombres eran más calenturientos que las mujeres pero, visto lo visto, igual nos equivocamos y era el obligado recato quien mandaba sobre el comportamiento femenino. 
Aquí la única diferencia es que los hombres jóvenes y sanos, cuando están con una mujer bonita, ¡no piensan...! 
Por el contrario las mujeres, más frías y calculadoras, suelen pensar en todo momento y ese es sin duda su mayor peligro. El de las mujeres digo, claro está. ¡Es una mala leche tan dulce la suya...!

Inicialmente el hombre solo piensa en meter mano. Si les gusta lo que tienen delante más todavía y si, además, les pica el gusanillo del amor, su escaso cerebro se va por los cerros de Úbeda. 
Como corderos en el matadero, nos dejamos caer por la pendiente y ¡ala, que sea lo que Dios quiera!. Es lo que hay... 
Perdemos el raciocinio, la cabeza y todo cuanto tengamos para perder, que tampoco es mucho. Nos lanzamos a la piscina ¡sin mirar siquiera si hay agua!. Así, sin más. Lo digo, porque lo he pasado. 
Sin duda alguna los habrá más listos que yo, naturalmente. El amor es algo muy bonito, pero en la pubertad no es muy aconsejable. Claro que ¿quien manda del corazón?. Ellas son tan listas y nosotros tan tontos... ¡Y como para la picadura del amor no hay antídoto!.

Ya sé que nadie ha pedido consejo pero, puestos a escribir, yo diría que aquel que pueda esquivar el amor de primera juventud es mejor que lo haga. 
El amor es absorbente y enamorarse de una compañera de colegio... es renunciar a todo ¡y a todas!. Ya sé que alguien dirá: ¡hombre, si estás enamorado y eres correspondido...! ¿Hay algo más bonito que descubrir el amor con la mujer amada?. Vale, vale, efectivamente es así pero mejor que no sea demasiado temprano. 
Cada cosa a su tiempo. Vuelvo a repetir que del corazón no se manda y menos aún si eres hombre. La cabeza debería estar para algo, pero para muchos no está. Lo dice quien no la tuvo. Yo con 18 años me quedé alelado ¡y hasta hoy!. Que no pasa nada... 
Yo diría incluso que como el amor juvenil (correspondido) no hay cosa igual. Y aquí estamos mi chiquilla y yo, septuagenarios y enamorados hasta las trancas, lo cual no quiere decir que no reconozcamos que si uno pudiera mandar del corazón como mandó de su bicicleta, si la tuvo... 
A pesar de hablar así, me siento afortunado y hay gente que me lo ha recordado varias veces. ¡Que suerte tuviste Rafael, te casaste con la chica que querías!. (Quien me lo dijo era soltera).

No solo la más guapa del pueblo sino, además, la más cariñosa y sensata...! Pues sí, tuve suerte, pero no solo por eso. La tuve porque, además de obtener el amor de la chica de mis sueños y andar con ella el camino de la vida, encontré a la compañera ideal. El amor es grandioso y sumamente importante en una pareja, pero no lo es todo. Para andar tan largo camino hace falta sustentar ese amor sobre un compañerismo que también conseguí. Venía en el mismo lote. La vida es una carrera de obstáculos que, cuando se corre en pareja, las vallas deben saltarse al unísono, de lo contrario el batacazo es impresionante e inevitable. La vida me ha demostrado que el compañerismo y tener ideales parejos es tan importante como el amor. 

Si no hay sueños comunes el amor acaba pronto. Ya se sabe que ni el amor ni la convivencia están aseguradas y menos en pleno siglo XXI en el que nadie quiere ceder un solo milímetro.
Unos párrafos atrás dije que los hombres pensamos poco o ellas más, pero también creo que la mujer es más propensa a lanzarlo todo por la borda. Lo tienen más claro que nosotros. 
La mujer es más visceral y si no hay un proyecto común y el futuro no es su ideal, tiene las ideas más claras que el hombre y lo manda todo a hacer gárgaras. Vida no hay más que una y por lo tanto ella piensa (con razón) que o vamos todos en la misma dirección o no vamos. En este momento ninguna mujer que se precie quiere ser la "esclava del señor" y hacen muy bien en tener tal actitud, especialmente en este momento en el que pocas mujeres son dependientes del marido
Los maridos que siguen en la actitud de niños malcriados ya no gozan de la simpatía de sus mujeres, pues éstas entienden que son ellas y sus hijos quienes deben gozar de la protección del macho y cabeza de familia, como la naturaleza marca e impone desde tiempo inmemorial.

Antes, quizás porque había menos libertades y más necesidad, la gente y especialmente la mujer, aguantaba más. Cada época tiene sus ventajas y sus inconvenientes. 
La juventud de ahora lo tiene todo, pero con la misma rapidez que lo obtiene suele perderlo pues no sabe apreciar ni mantener lo que tiene. Unas décadas atrás todo era muy diferente, no digo mejor porque cada cual tendrá una opinión diferente. Había de todo, como ahora, pero no en esta proporción. Los que tienen una edad avanzada y han conocido otros momentos de la historia suelen opinar que, justamente porque todo era más escaso y difícil de obtener, había un sentido más romántico que convertía el basto azúcar en miel irresistible. La palabra amor no significaba, como ahora, meter la cebolleta a buen recaudo sobre el capó de un coche en aparcamiento de discoteca. El amor era una palabra grande y especialmente bella. Una construcción de la pareja basado en la confianza a todos los niveles.

Todo lo anterior, no sé si será lo que piensan los hombres. Es lo que yo pienso y, aunque algo carca, me tengo por tal. La vida no es complicada. Somos nosotros quienes la complicamos. 
Cuando el cuerpo despierta a la vida y el fuego inunda todos los poros de la piel, todo se reduce a calmar esas ansias apagando ese fuego que todo lo consume, pero el tiempo trae la calma y devuelve el raciocinio. 
Amar no es callar lo que se siente, ni decir que sí cuando tu cerebro piensa otra cosa. Amar es tan complejo como tener ideales comunes o adaptarte a los de tu pareja en un tira y afloja en el que todos debemos colaborar. 
Cuando esto es así, amar también puede ser entregarse en cuerpo y alma haciendo de ese proyecto unilateral un proyecto común. Cuando esa reciprocidad no existe es porque falta el amor, en cuyo caso la cuerda se rompe y eso es justamente lo que debemos evitar.
 Mucha gente se une sin amor, esperando un milagro que demasiadas veces no llega... 

RAFAEL FABREGAT

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