4 de agosto de 2013

1095- CON HAMBRE DE SOL Y FIESTA.

Con la llegada del mes de 
Agosto, la región Valenciana se convierte en una fiesta permanente. A lo largo de todo el mes los pueblos de esta comunidad autónoma celebran sus Fiestas Patronales. De hecho la cosa empieza mucho antes con la celebración a finales de Junio de la popular fiesta de San Juan (24) y las fiestas de San Pedro y San Pablo (29) una semana después. A mediados de Julio (16) la Virgen del Carmen y a finales (25) Santiago Apóstol. Este segunda quincena de Julio ya es temporada alta de vacaciones y miles de tiendas, bares y restaurantes cerrados a lo largo del año, abren sus puertas a la espera de que lleguen esos turistas que permitan, al menos, sobrevivir. Como cada año, cansados de los sempiternos problemas de todo tipo, la gente escapará de las ciudades para llegar a este destino incomparable, donde playas y hoteles ofrecen garantía de sol y de fiesta interminable. 

Bares y restaurantes de temporada pulen instalaciones y ponen a punto las máquinas de granizados y las planchas donde se asarán miles de gambas y chopitos, mientras las freidoras calentarán el sabroso aceite de oliva para poner a punto los calamares rebozados y las gambas con gabardina. Al amparo de esos olorcillos irresistibles, los más modestos llegarán a sus apartamentos con la boca llena de saliva y podrán dar buena cuenta de un gazpacho y unas sardinas rebozadas que la "parienta" habrá preparado de buena mañana con un presupuesto paupérrimo y todo el amor del mundo. Y es que, a pesar de la crisis, las mariscadas en terraza siguen estando caras. Estos últimos años los restaurantes no han aumentado precio, pero han disminuido la cantidad y calidad de sus platos. Es el dilema al que se enfrentan los empresarios que ven como la buena materia prima se encarece, mientras la clientela pierde poder adquisitivo. 

Subir los precios es imposible y trabajar para no ganar... Se sustituye el medio bogavante por un chopito, las cigalas por navajas y el carabinero por una gamba blanca. La solución no gusta a clientes ni a restauradores pero, ¿qué más pueden hacer los empresarios?. Quien no esté conforme que abandone el restaurante popular de paseo marítimo y se meta en una marisquería de postín. ¡Vayan, vayan allí, que ya les cantarán las cuarenta en bastos...! Pues eso. La segunda quincena de Julio ya es plena temporada estival por estas latitudes, pero la gran avalancha llega con el mes de Agosto. Afortunadamente un poco repartidos, porque no todos cogen las vacaciones con la puntualidad del día 1, sale la marabunta de todas las ciudades en general y de las del interior en particular. 

El hambre de sol y fiesta es abrumadora. No se puede esperar al día siguiente para salir. 
Cuando el currante llega a su casa, mujer, hijos y abuela (el abuelo murió hace años) están esperando impacientes mirando continuamente el reloj.
- ¿Qué papá a que hora llegará? -pregunta Manolito por cuarta vez.
- ¡Cállate niño, no seas pesado! -la madre nerviosa mira el reloj y se pregunta cuando empezarán las soñadas vacaciones.
- Manolo se retrasa -apuntilla la abuela, saliendo por un pasillo lleno de bultos y maletas que sin duda no cabrán en el coche. Al final se hace la luz y Manolo aparece por el quicio de la puerta. Tras varias peticiones y otras tantas promesas de recuperación de horas a la vuelta, ha conseguido que le dejen salir a mediodía.
- ¡Ya era hora! -ataca la parienta al verle tranquilo y feliz.

Cargan el coche hasta los topes y salen a la carretera donde una retención de 30 Km. les espera en medio del sol abrasador del mediodía. Cuando horas después el inmenso "tapón" empieza a deshacerse ya está cayendo la tarde. Medio día perdido. La llegada a "Marina d'Or" es con noche cerrada. Claro que el recibimiento compensa... 
Paseo marítimo atiborrado de gente, senegaleses con paradas de bolsos "de marca falsificada" y niños sin vigilancia que sueltan petardos o se meten entre las mesas gritando y corriendo como posesos. La cosa no era tan idílica como pensaban y el tufillo a espeto de sardina grasienta, invita a la parienta a sacar las fiambreras.
- Pero... ¿No cenamos fuera? -pregunta el inocente marido.
- Otro día, ¡estoy cansada! -responde la mujer, todavía de morros.
- ¡Bien empezamos las vacaciones! -dice el marido. ¡Todo el año esperando...!
- Sadremos después de cenar a tomar "algo". -refunfuña la parienta poniendo punto y final a la discusión. Y es que acostarse temprano el día de llegada es casi un pecado. La cartera está más llena que nunca y el ambiente festivo invita a todo menos a irse a la cama.

Los pueblos de la Comunidad Valenciana tienen buenas playas y fiestas con vaquillas bravas que facilitan encierros y recortes que hacen las delicias de propios y extraños. Verbenas, comidas o cenas monumentales y gratuitas, castillos de fuegos artificiales y decenas de divertimentos sin pagar entrada alguna. La juventud también se lo pasa fenomenal, con cientos de garitos y discotecas, cuando no conciertos al aire libre y fiestas de todo tipo. Los cubatas arrecian y la noche puede acabar bien, muy bien, o con una nebulosa metida en la cabeza que impedirá levantarse hasta mediodía del día siguiente. 

Solo el reducido presupuesto recorta un poco las alas a estas libertades que el joven de hoy disfruta, pero no pasa nada. Cuando los viejos de hoy eran jóvenes de ayer, había menos presupuesto y ninguna libertad. Pues bien, aún así, tenemos cientos de felices recuerdos que contar. Para divertirse no siempre hace falta dinero. Lo principal es ser joven y tener ganas de echarse unas risas. Juventud es sinónimo de fiesta y pocos quebraderos de cabeza. ¡Aprovechadla a tope!. ¡Dura tan poco...!

RAFAEL FABREGAT

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