14 de abril de 2013

0981- UN DILUVIO DE LEYENDA.

Recreación de la ciudad de Uruk.
Hace casi 8.000 mil años atrás, en tierras que hoy pertenecen a la República de Iraq hubo una ciudad, quizás la más importante del mundo en aquellos tiempos, que se llamaba Uruk. Posiblemente, más que una ciudad sería un reino y Uruk la capital de aquel vasto imperio. Entre los más relevantes arqueólogos e historiadores del momento no hay duda alguna que en este lugar mítico fue donde se inventó la escritura o, mejor dicho, la forma de expresar mediante signos lo que bullía en la cabeza de aquellas gentes. Y es aquí donde entra en juego el asunto de "El Diluvio Universal", relato bíblico que nos ha sido transmitido de generación en generación y a través de los siglos por parte de las diferentes religiones del planeta y muy en especial por islamistas, judíos y cristianos. Han tenido que pasar ocho milenios para que se sepa (por fin) que el relato de lo que se nos ha mostrado como castigo divino, no fuera otra cosa que una inundación excepcional y una alta dosis de imaginación por parte de quienes fueron contándolo posteriormente.

Imagen actual de la ciudad de Uruk.
Con un radio de dos kilómetros, las ruinas de Uruk nos hablan del esplendor de una gigantesca urbe construida de adobe, simple barro mezclado con paja que, naturalmente, no ha podido resistir el paso del tiempo pero, aún así hay también algunos restos pétreos que nos hablan de la vida y milagros de aquellas gentes. 
"No creas nada de lo que te cuenten y solo la mitad de lo que veas". Es un sabio consejo dado que, en este mundo miserable en el que nos ha tocado vivir, todo gira alrededor de la exageración, cuando no la mentira directa y la injusticia. Algunos saben esta realidad y la tienen asumida. Otros la desconocen y viven la mentira en la paz que acompaña a la ignorancia. No tengas lástima del ignorante pues, sin ninguna duda, es mucho más feliz que aquel que todo lo sabe, o cree saberlo. Siendo la Historia lo que más fascina a quien escribe este Blog, lamento decir que demasiadas veces encierra mentiras y medias verdades que finalmente te obligan a aborrecerla. Nada es lo que parece y mucho menos la Historia. Natural que, siendo los hombres quienes la relatan, quede sujeta al yugo de quien la escribe pues los escritores siempre han estado sujetos a intereses o directamente al servicio de quien les pagaba. 

Quizás a partir de ahora, cuando las libertades permiten expresar los diferentes puntos de vista, las generaciones futuras puedan al menos sacar sus propias conclusiones y no tener que tragarse como ciertas las fantasías de los aprovechados de siempre. De los que mandan o mandaron, pero para eso habrá que esperar a que ese futuro se convierta en presente. Siempre que se visita un monumento o simples lugares cargados de Historia, no falta nunca una leyenda que aporte esa chispa que nunca tienen esos lugares de forma natural. También a mí, como simple mortal, me han hecho siempre gracia esas chispas legendarias pero uno se hace viejo y llega a la conclusión de que ellas no tienen otra misión que la de ponerle interés a algo que no lo tiene. Se salpimentan los guisos porque sin ese toque que le dan las diferentes especias, pocas cosas serían agradables al paladar. La prueba está en que, cuando un manjar es exquisito, nunca precisa aderezos de ningún tipo.
Pues bien, lo que se quiere contar hoy aquí no es nuevo. De hecho ya se descubrió en el siglo XIX y, como es lógico, hizo temblar los cimientos de la fe en muchos creyentes. Pero hay cosas de las que hay que hacer poca publicidad, porque se venden solas o porque tampoco interesa demasiado que se aireen. 

Poco a poco y mientras la vida pasa, uno va adquiriendo conocimientos y tiene el gusto de escribirlos aquí para que se enteren todos aquellos que tienen a bien leer este Blog sin especialización alguna y que no tiene otra frescura que el provenir de una persona que no ha recibido otra cosa de la vida más que una enseñanza primaria y muchas bofetadas. Solo el vicio de leer y pensar me ha dado alas para expresarme por escrito, pero aquí estaré mientras ese Dios, en el que quiero creer y no puedo, me de fuerzas para seguir tecleando en el PC que es mi ventana al mundo. 
Los siglos habían de confirmar, por medio de la arqueología, cual fue la realidad sobre la leyenda del famoso Diluvio Universal en la región mesopotámica. Dos de las versiones (el poema sumerio del Diluvio, en sumerio, y el poema de Atrahasis, en acadio) nos llegaron muy fragmentadas e ilegibles, pero hubo una tercera que se preservó casi completa en la tablilla número XI del poema de Guilhamesh. Dicho poema consiste en doce tablillas de arcilla que relatan la vida del mítico rey de Uruk y fue hallado el año 1.853, entre las 22.000 tablillas cuneiformes encontradas en la excavación de la Biblioteca de Asurbanipal, último rey de Asiria que gobernó entre el 668 y el 627 a.C. 

Restos de la Biblioteca de Asurbanipal.
Dicha biblioteca, ubicada en el palacio de la ciudad asiria de Nínive, fue iniciada por el rey Sargón II (722-705 a.C.) Dicha biblioteca fue destruida el año 612 a.C. cuando los babilonios del rey caldeo Nabopolasar arrasaron Nínive y se apoderaron de Asiria.
El poema de Guilhamesh, en su tablilla XI, nos cuenta que el rey de Uruk, en busca de la vida eterna, se allegó a la morada de Utnapishtim para que le contara el secreto de la inmortalidad y en ese contexto éste le contó la historia del Diluvio, sucedida tiempos atrás. Cuando los diferentes dioses, capitaneados por Enlil (Dios del viento y las tempestades) decretaron llevar a cabo el Diluvio, Ea (dios del agua dulce y salada) le ordenó a Utnapishtim que derribara su casa y abandonara sus posesiones, construyendo una barca de dimensiones suficientes para poder albergar la simiente de todos los seres vivos. Y el relato sigue con diferencias y semejanzas a lo que la Biblia nos ha hecho llegar... Como es lógico, siendo este relato anterior a la Biblia, no fue Yahvé quien mandó el castigo divino para doblegar a los pecadores. El politeísmo se justifica entre Enlil, que es el Dios desencadenante de la tragedia y los demás dioses que, ante la magnitud de la catástrofe, se piden responsabilidades de unos a otros. 

Tablilla XI del Poema de Guilhamesh.
Mientras todos los dioses abogaban por la destrucción completa, solo el Dios EA entendió que debería salvarse una pareja de cada especie. Al menos eso es lo que, quien plagió las leyendas paganas del periodo dinástico arcaico del cuarto milenio a.C., leería en aquellas primeras escrituras cuneiformes en las que los humanos empezaban a expresarse. Lo que hizo temblar los cimientos de la fe de las gentes del siglo XIX sería el descubrimiento de que la Biblia no era original ni primera en referir el Diluvio. Es más, el autor del Pentateuco se había basado para la elaboración de lo que pregonaba como leyendas antiguas de total credibilidad, en creencias y tradiciones paganas. Sin embargo, si bien la arqueología parecía demoler la fe de los creyentes, la misma ciencia encontró pruebas claras de que el Diluvio realmente había ocurrido. La exploración de las tumbas de Tell-al-Muqayyar, en la antigua ciudad sumeria de Ur, evidenció geológicamente una gran inundación que había arrasado la cuenca mesopotámica en época remota. Se llegó a la conclusión de que hubo diferentes inundaciones, pero especialmente una que para las gentes de la zona bien pudo parecer el fin del mundo y que daría lugar a la leyenda mitico-religiosa del Diluvio Universal que más tarde sería recogida por Moisés e incorporada al Génesis.

En el año 2.000 el explorador submarino R. Ballart, descubridor de los restos del Titanic, acompañado de varios submarinistas, arqueólogos e historiadores, encontraron un asentamiento humano en el Mar Negro a más de 100 metros de profundidad. Según su opinión, el hallazgo bien pudiera ser la confirmación de que las civilizaciones de la época tuvieron que huir ante la llegada de una inmensa inundación que anegó las costas de Turquía y que se estima sucedió 7.500 años atrás. Para Ballart dicho asentamiento, a tanta profundidad, explica claramente que el Diluvio existió y anegó tierras que hasta entonces habían visto la luz del sol, y estaban habitadas por el hombre. Lo que ya no está tan clara es la fecha y el motivo de tan gran inundación, aunque los científicos piensan que pudo estar provocada  tras la última glaciación que, tras el pleno apogeo sucedido 20.000 años atrás cuando las aguas se helaron y replegaron, se colapsó drásticamente 10.000 años antes de nuestra Era. Lo que si quedó claro es que aquella inundación llamada "el Diluvio Universal" no fue global y que lo que la Biblia nos cuenta al respecto no fue un castigo de Dios (Yahvé) sino tradición o leyenda pagana de los dioses de tiempos politeístas, al fin y al cabo no tan diferentes del mundo de hoy.

RAFAEL FABREGAT

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