8 de abril de 2013

0976- CHINA, A VIDA O MUERTE.

¡Cuanta sabiduría encierran los proverbios chinos...! Y es que definitivamente los chinos no son como el resto del mundo. Nada que ver sus actitudes con las del mundo occidental, pero tampoco con las de los países de su entorno. Sencillamente no son como los demás y ello solo puede tener dos resultados: o serán los dueños del mundo o reventará todo por los aires. Ellos, claro está, persiguen el primer objetivo pero ¿se bajará el resto del mundo los pantalones?. Lo que si está claro es que el camino emprendido no tiene marcha atrás. Desde que nacen se les inculcan ambiciosas formas de pensar que nada tienen que ver con las del mundo occidental. 

Allí no se piensa en metas personales, sino en el armonioso bienestar general y más aún, en el desarrollo del estado, que para ellos es tan importante como el de su propia casa. 
Como es natural ese "chip" sociocultural que se les coloca a la población desde que nace, no lo llevan sus dirigentes implantado pero eso poco importa. Lo lleva la masa, el 99,95% de la población, que es lo que interesa a sus dirigentes. 
Solo 5 de cada 10.000 es consciente de la realidad del camino a seguir y de los objetivos que sus dirigentes tienen fijados pero, como corderos bien adiestrados, los 9.995 restantes siguen el camino marcado, fieles a las órdenes del pastor.

Hoy son 1.300 millones, pero en breve serán 1.500. Una quinta parte de la población mundial, con todo el poder técnico, económico y, si hace falta, nuclear. 
¿Quien puede parar eso?. Los propios EEUU serán a su lado una simple mierdecilla. 
Cagada de mosca resfriada sobre el vidrio de minúscula ventana de sótano londinense. Menos que nada. 
Ya sé que esa no es la realidad actual, pero lleva camino de serlo en breve y repito la frase que da título a esta entrada: 
¡O se hacen los dueños del mundo o reventarán en una implosión que no dejará títere con cabeza!. 

Una gota de agua no es nada, pero China es una presa de billones de M3 cuya única pared son sus propios habitantes ¡que no es poco!. Mil quinientos millones de personas, a quienes se les está inculcando que deben entregarse, en cuerpo y alma, para conseguir el bienestar general del país. 
Razón más que suficiente para que todos (sin excepción) adopten esa consigna como bandera a la que hay que entregarse sin reservas. 
Como robots programados, van todos a una y darán hasta la última gota de su sangre para lograr el objetivo que les han marcado sus dirigentes. 

Con las mismas ideas y en la misma dirección, sin saltarse una coma, sabiendo que se lo juegan todo a una sola carta. En un mundo tan sofisticadamente armado, ellos creen en el trabajo como única arma posible para ganar su guerra frente al mundo. El mundo occidental de democracia y libertad sobre papel mojado, que solo se ha demostrado útil para golfos y mangantes, ha muerto antes de llegar a nacer y ellos lo saben. 
Nos hemos estrellado antes de despegar, porque de dicha libertad solo se han aprovechado los más sinvergüenzas. 
Es el egoísmo puro y duro, con la única consigna de "tonto el último". A ver quien llega antes, más rápido y más cargado. Ellos no caerán en esa trampa porque conocen el resultado.

En una lucha imparable por satisfacer el ego personal, la única meta occidental es ser más que el vecino. Conseguir más trabajando menos, sin mirar cuanto puede perjudicar esta actitud a cuantos tienes alrededor y más aún a las generaciones que vienen detrás. La mejor ropa, el mejor coche, los mejores y más largos viajes, la mejor casa y si es posible yate. Si tienes más que yo quiero ser tu amigo, tu hermano, pero si no puedo chupar de tu caja o de tu estatus social, ¡que te den!. Así, señores, no vamos a ninguna parte. Con esa mierda en nuestros genes y sin frenos ni marcha atrás, ¿que será de nosotros?. 
Es cierto que la crisis ha suavizado algunos caracteres pero nosotros, como los chinos, ya llevamos metido en nuestra mente un chip infectado que es para siempre. Hoy la crisis no nos permite a nadie aburrir a quienes tenemos alrededor con nuestras imbecilidades que poco tiempo atrás nos hacían insoportables. ¡Menos Mal!. Pero metido el gen en la sangre, esa imbecilidad volverá el primer día que el dinero se mueva lo más mínimo. 

¡No tenemos remedio!. Nuestro chip no es el del trabajo, ni el del ahorro, ni el de apoyo al bien común. Solo conocemos la palabra yo. Yo esto, yo lo otro... Yo y siempre yo.

En este Sodoma y Gomorra económico, la meta es saltarse las leyes, engañar a clientes y amigos, comprar y vender todo lo que se pueda sin factura para escaquearse de tributar a la Hacienda Pública, sacar el capital (quien lo tenga) a "paraísos fiscales" para esquivar los impuestos correspondientes, blanquear el dinero en transformaciones de fincas, etc.  Aquí, en el mundo occidental, todos creemos ser muy "listos" y no parece que nos demos cuenta de que, a la gallina de los huevos de oro, entre todos la matamos y ella sola se murió. Al que trabaja le llamamos gilipollas, el tonto del pueblo, desgraciado al que nadie mira, mediocre al que no merece la pena ni tan siquiera saludar.

Pero, ¿que mierda de mundo es este?. Los chinos, por lo menos, luchan por el bienestar común. Por la armonía del país y de sus habitantes en general. Y si triunfan -que yo creo que lo conseguirán- triunfarán todos o morirán en el intento. Hombre... ¡trabajando como chinos y con las lógicas y naturales diferencias sociales de todo punto insalvables!, pero todos a una. A la chita callando invadirán el mundo, pero no con bombas sino con negocios y mercancías. No desde un punto de vista personal y particular, sino todos a una, de forma colectiva y bien organizada.

Porque allí, en China, ni las hojas de los árboles se mueven sin pedir permiso. Tantos millones de personas para producir esto; tantos para producir lo otro; otros para abrir comercios en el extranjero... Para conseguir esos objetivos se adueñarán de todas las materias primas del mundo y lo harán como deben hacerse las cosas: ¡trabajando!. 

Nada de invasiones, ni amenazas, ni guerras. Prestando dinero a los necesitados, que últimamente somos todos. En occidente, cuando no estamos conformes con algo hacemos huelga. En China, cuando no están conformes con algo, trabajan el doble y lo colapsan todo. Solo hay un peligro para ellos en el que no han contado... Los trabajadores están probando la miel y ya no renunciarán a ella. 
Tardaron en despertar, porque el bienestar que se alcanza con el trabajo es lento, pero despertaron y una vez el avión despega... las velocidades que alcanza lo hacen imparable. O se estrellan y vuelven a la mediocridad, o se harán los dueños del mundo. Yo creo que será lo segundo. Pase lo que pase nosotros quedaremos como estamos: en la más absoluta mediocridad. A no ser...(!) Porque queda una tercera alternativa... 

Que el mundo occidental, copiando al oriental, se ponga a trabajar buscando el bien común, la unión y la armonía de los estados pero, ¿alguien lo cree posible?. 
¡Rotundamente no!. Aquí se busca la división, el escaqueo, el llenar el plato propio, robando la comida del ajeno. El lema de sálvese quien pueda.
Los occidentales somos como niños malcriados, que no nos damos cuenta que haciendo daño a los demás nos lo hacemos a nosotros mismos... 
A los chinos les importan poco los países con los que comercian y el tipo de gobierno que los dirige. Ellos van a lo suyo
Son gente inteligente y bien preparada que, sin inmiscuirse en la política de unos y otros, reparten créditos a derecha e izquierda mientras se apoderan de las materias primas que cada uno de ellos pueda tener. 
Sus políticas parecen inofensivas, casi altruistas, pero siempre tienen un fondo interesado y al más alto nivel. Las moscas se cogen con mil, no con hiel.

Ellos no intentan colonizar a nadie, como siempre lo hizo el mundo occidental. Saben que ese tiempo pasó y que jamás volverá. Son demasiado sabios para meterse en guerras.  Ellos han sido, hasta hace bien poco, un país pobre. Nadie ayuda a quienes no tienen con qué corresponder, ellos tampoco, pero ellos saben que quien controle las materias primas controlará el mundo y hace mucho tiempo que están trabajando (sembrando) en ese sentido. ¡Ya vendrá el momento de recuperar el dinero y los intereses...! Saben bien que la mordedura de una hormiga no hace daño, pero mil hormigas pueden morder la pata de un elefante y hacerlo caer. El FMI deniega ayuda a países africanos de los que aparentemente poco se puede sacar, pero China les ayuda a cambio de "casi" nada. Una minucia. Apenas algunas materias primas que pronto serán el motor del mundo. 

Los chinos no mueven un dedo sin causa ni motivo, todo está estudiado y premeditado. Lentos, pero seguros. El mundo occidental siempre ha mirado hacia Oriente de forma bastante burlesca. 

- ¡Trabajan como chinos! -se dice despectivamente. Pero pronto seremos nosotros los que trabajaremos para ellos y al sueldo que ellos quieran pagar. Como las arañas, de forma silenciosa, ellos van tendiendo su red. China no sabemos hacia donde va, pero lo que si sabemos es que nosotros no vamos a ninguna parte.

RAFAEL FABREGAT

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