10 de marzo de 2013

0948- EL TIMO DEL ATAÚD VACÍO.

La burla grotesca al pueblo venezolano.
No creo que cualquier tiempo pasado fuera mejor, pero el que nos ha tocado vivir tampoco es moco de pavo. Está visto y comprobado que la clase política es la escoria de la sociedad. Para los políticos ser rico carece de importancia, porque ricos ya lo son. En el mundo no hay riqueza mayor que la de dominar al pueblo. Así fue siempre pero ahora, justamente por las libertades que nos fueron dadas, es más visible que nunca. La ambición de poder es de tal magnitud, que por mandar se mata y se muere si hace falta. Sobre todo se mata, porque eso de morir carece de interés para todos y hay pocos valientes que sepan afrontarlo, mirando a la muerte de frente, sin pedirle que pase de largo. 

De eso va este artículo, de la muerte que unos imploran y otros no quieren que se produzca. Algo común que ocurre todos los días. Tras pedirles a los médicos que no le dejaran morir y como no podía ser de otro modo, el pasado martes 5 de Marzo el héroe de las multitudes venezolanas subvencionadas dio su último aliento y el cadáver fue llevado al aeropuerto de La Habana. El destino era la Base Aérea Francisco de Miranda, tierras venezolanas de La Carlota, cerca de la Academia Militar de Fuerte Tiuna. Como ya se suponía, el presidente no murió en Caracas, pero eso carece ahora de importancia. Son los hechos que le han rodeado en vida y hasta después de su muerte, los que cobran relevancia.

De allí, el féretro fue llevado al Hospitalito, apodo que se le da a esta institución sanitaria por ser de tamaño muy inferior al del Hospital Militar próximo. 
El citado Hospitalito está anexo a la Academia Militar y en la morgue que posee el centro se abrió el ataúd para comprobar que el cuerpo había llegado en perfectas condiciones tras el vuelo. 
Hecho esto se convino vestir al difunto con el correspondiente uniforme militar.
En algún momento del miércoles día 6 el ataúd fue bajado al sótano de la Academia Militar al tiempo que un féretro idéntico, vacío pero con el peso correspondiente al cadáver que faltaba, fue llevado al Hospital Militar, desde donde partiría horas después la fúnebre e impresionante procesión popular. Los venezolanos llenaron las calles de Caracas y lloraron ante un féretro vacío, una payasada que duró más de siete horas de intenso calor. Un calor que se soportaba con gusto por el deseo de despedir al inventor de los subsidios, garantes de una reelección tras otra y garante también de una probable continuidad política.

Que la procesión fue un timo no lo dice ningún enemigo del gobierno venezolano, sino los mismos militares conocedores del dispositivo de traslado. Ante las dudas de lo que pudiera acontecer, con una multitud tan enfervorizada, en la Academia Militar se dio el cambiazo y allí mismo se volvió a llevar a cabo cuando el falso féretro llegó tras el baño de masas y hubo que restituirse el contenido que faltaba.
La propia oposición asegura que lo que se pretendía no era burlarse del pueblo, sino sacar provecho político de aquel peregrinaje en el que se permitía a las masas acercarse al ataúd y tocarlo con sus propias manos sin que supusiera el más mínimo riesgo para el cuerpo del presidente. El féretro auténtico estaba en esos momentos en la Academia Militar rodeado de los familiares y amigos más íntimos, incluidos posiblemente los presidentes de Argentina, Bolivia y Uruguay. Al finalizar la procesión y llegar el falso ataúd a la sede de la Academia Militar, las cámaras de TV abandonaron la imagen del féretro y se centraron en autoridades y acompañamiento ceremonial. Tras el nuevo cambio de ataúdes en los sótanos del complejo, la seguridad alrededor del féretro fue estricta. A partir de ese momento todo fue solemne y el populismo demostrado en su recorrido por la ciudad fue suspendido. 

Al criterio del gobierno venezolano sobre el riesgo de un accidente provocado por el fervor popular, se había sumado también el de una larga exposición al calor de Caracas. Habiendo de sufrir una larga exposición al público, no era ni mucho menos aconsejable tenerlo siete horas dando vueltas por las calles de la ciudad. De hecho, personas que desfilaron frente al féretro han asegurado que la imagen de Chávez, hinchado y sin pelo, no era ni mucho menos la de las fotos que las autoridades habían mostrado. El engaño de la falsa procesión de Chávez fue una mentira, una más de la larga lista que ha rodeado la vida del presidente en estas últimas semanas pero, sin duda, esta era la mas justificada de todas ellas. Sin embargo esto ya no formaba parte de las ideas de Chavez, sino de las de sus continuadores. De aquellos que pretenden perpetuarse en el poder, de la misma manera que lo hizo aquel que ahora nos ha dejado. Porque ser rico es importante, pero mandar... ¡Mandar lo es mucho más...!

RAFAEL FABREGAT

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