16 de agosto de 2012

0768- IGLESIAS MONOLÍTICAS DE LALIBELA.

Las iglesias monolíticas de Lalibela, talladas de una sola roca y ahuecadas, gozan de gran admiración entre los curiosos visitantes que las contemplan pero aún así se quedan cortos. Normalmente somos demasiado dados al tamaño y no a la importancia de las cosas. Naturalmente tiene su mérito una pirámide, pero no deja de ser un montón de piedras apiladas (con perdón). Las Iglesias de Labilela, nada menos que doce, tienen el mérito de constar de una sola pieza y haber sido excavadas en vertical, vaciando no solo su perímetro y acceso, sino el interior de la misma. Ojo al dato, que se dice pronto, pero el asunto debió ser harto difícil y laborioso en tiempos de ninguna ayuda técnica que no fueran martillos y cinceles, más bien rudimentarios.

Se cree que la fecha de construcción de la mayor parte de las iglesias de Lalibela corresponde al siglo XII pero David Phillipson, profesor de arqueología de la Universidad de Cambridge asegura que tres de ellas (Gabriel-Rafael, Mercoreos y Denagel) son al menos cinco siglos anteriores, por lo que corresponderían al siglo VII de nuestra era. A excepción de cuatro de ellas, que forman un monolito no sujeto al entorno, el resto están unidas a la roca madre. El conjunto de iglesias están distribuidas en dos grupos, separados por el canal Yordanos, que simboliza el río Jordán ya que el conjunto quiere representar simbólicamente a Tierra Santa. El recorrido del conjunto de iglesias de Lalibela se inicia con una cruz monolítica a la que siguen multitud de túneles y pasadizos que las comunican entre sí.

Se cree que la mayor parte de estas iglesias fueron construidas por los etíopes medievales en tiempos de la Dinastía Zagüe, siendo este conjunto de iglesias el principal exponente que ha quedado de su reinado. La iglesia más grande es la de Biet Medhani Alem (Casa del Salvador del Mundo) reproducción de la catedral de Santa María de Sion, destruida en 1.535 por los musulmanes. Consta de cinco naves e incluye la Cruz de Lalibela, siendo considerada la iglesia monolítica más grande del mundo. La mayor parte de las iglesias fue construida (se dice) durante el reinado de Gebra Maskal Lalibela, alrededor del año 1.200. Las Actas de Lalibela cuentan que el rey fue arrebatado por Dios, que le ascendió a los cielos enseñándole construcciones maravillosas que le ordenó construyera a su regreso a la tierra. Otras voces dicen que, aunque el complejo lleva el nombre de aquel que fue el rey de estas tierras, cuando este monarca llegó al trono casi todas las iglesias estaban ya terminadas y en uso. 


Estas misteriosas iglesias subterráneas han sido utilizadas por la iglesia ortodoxa ininterrumpidamente y desde el primer día de su construcción, lo que indica su completa armonía con la dinastía gobernante y que tenía en la montañosa ciudad de Lalibela la capital del reino. Se dice que la construcción de estas iglesias, algunas de ellas ejecutadas al mismo tiempo, ocupó a más de mil trabajadores. Cuenta la leyenda que, al menos una de ellas, fue construida por los ángeles en un solo día. (Aunque ni usted ni yo lo creamos).
Buscando la temperatura más suave, los turistas realizan la visita de las iglesias por la tarde pero es de 6 a 7 de la mañana cuando estas iglesias cobran su mayor autenticidad. Los fieles de la zona acuden en medio de fervoroso trance con cantantes, tambores y rezos, mientras los sacerdotes reparten bendiciones entre todos los asistentes. Para aquellos que quieran visitar tan espectaculares construcciones indicar que, por una cuestión de climatología, la mejor época es de Octubre a Enero. 

Recordar también que la iglesia más espectacular es la de Bet Giorgios (San Jorge) excavada en forma de cruz griega. Lo más extraordinario es que, al estar bajo tierra, estas grandiosas construcciones apenas son visibles aún estando a escasa distancia. Todo en Lalibela es puro milagro. Desde los miles de toneladas de piedra que se arrancaron por debajo del nivel del terreno hasta ver brotar las monolíticas iglesias que hoy podemos contemplar, o la incomunicación que esta zona ha tenido con el resto del mundo hasta hace apenas una docena de años. 

Gracias a eso ritos y ceremonias se han mantenido desde su fundación a nuestros días. Santos, ángeles y vírgenes de tez oscura contemplan extrañados la avalancha de visitantes que reciben cada día desde que el mundo conoce de su existencia. Hasta la segunda mitad del siglo XX no se conoce la existencia de este complejo. Es entonces (1.965) cuando se abre un fondo para su restauración, aunque solo una mínima cifra de privilegiados podían acceder a estos monumentos.

Cada día los feligreses de la comarca acuden a las diferentes celebraciones religiosas cuya lengua sacerdotal ninguno comprende. Una gruesa moqueta intenta disimular la irregularidad del suelo, pero no lo consigue y caminar por el interior se hace difícil por los baches y por la acumulación de gente. Algunos de los feligreses pasan horas y horas tumbados en cualquier rincón de tan frescos recintos. Sin embargo aquellas gentes han aprendido con rapidez el beneficio económico de la llegada del turista torpe, que apenas puede caminar por el interior del recinto, pero no se molestan con su visita. De todas formas el cristianismo solo es profesado por el 60% de la población. El 30% es musulmán y el 10% restante es agnóstico o de diferentes creencias, sin que se tenga noticia de que haya habido jamás problema alguno de tolerancia entre unos y otros. El cristianismo se remonta en esta zona al siglo IV, manteniéndose en contacto con los creyentes de Alejandría durante tres siglos. Cuando en el siglo VII Egipto se convirtió al islam, Etiopía quedó aislada del cristianismo durante 800 años lo que hizo que mantuviera sus tradiciones más auténticas al margen del resto del mundo. 

Cada 19 de Enero celebran el nacimiento del Mesías y los sacerdotes sacan en procesión el Arca de la Alianza con las Tablas de la Ley de Dios. 
Se llama la fiesta del Timkat y se celebra que el rey Menelik, hijo de Salomón y la reina de Saba sustrajeron El Arca del templo de Jerusalén para que no cayera en manos sarracenas. 
Lalibela es un lugar tan singular, que todavía se practican rituales de más de ocho siglos de antigüedad. 
Hasta finales del siglo XX la estación de las lluvias destrozaba una y otra vez el camino de acceso a este enclave poblacional aislándolo durante meses. 

Con la llegada del siglo XXI se abrió una carretera asfaltada que lleva a Lalibela. Después se abrió un pequeño aeropuerto que acoge un centenar de viajeros al día, ni más ni menos que los que caben en un bimotor que llega diariamente desde Addis Abeba. Claro que el interés ha despertado la pillería. 
Si el año anterior costaba 200 birr el acceso al complejo, este año son 350 y el próximo serán 500. Hasta el pasado año cualquier voluntario te mostraba el complejo dándole todo lujo de detalles al visitante y besaba sus manos al recibir 100 birr de propina pero, en la actualidad, por menos de 500 birr nadie se levanta de la silla. 

El cambio (menos mal) son 25 birr por cada euro, ya que las autoridades están devaluando la moneda local para favorecer las exportaciones. 
En Lalibela aún se pueden encontrar hoteles por 20 euros la noche, con agua y luz intermitente. También hay lugares donde expiden bonos de 7 cervezas o de 25 cafés por 100 birr (4 euros). Los que han estado allí dicen que del guía no se puede prescindir, aunque haya que reducir los cafés o los refrescos.  Los sacerdotes de los diferentes templos están prestos a recoger la recaudación de las entradas, pero son poco dados a dar otra satisfacción al visitante que no sea la puramente religiosa. De hecho, solo tienen una respuesta para el curioso que pregunta como se realizaron tan importantes obras:
¡Fueron construidas por Dios!. Y ahí acaba su oratoria, pues nada hay escrito al respecto...

RAFAEL FABREGAT 

2 comentarios:

  1. Gracias,
    Es un articulo precioso y muy educativo, nunca podía haber imaginado tal belleza...

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  2. Gracias amigo, por tu interés y por tus estimulantes palabras.

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