17 de octubre de 2011

0516- LA MONTAÑA SAGRADA DE FUJI.

El lejendario Monte Fuji, con 3.776 m. sobre el nivel del mar, es el más alto de Japón. Para los aficionados a la escalada, su ascensión es inolvidable debido a su soledad en el horizonte. Las vistas de 360º desde su cumbre son el premio que mueve a más de un millón de personas que llevan a cabo esta experiencia anualmente. La facilidad técnica del ascenso y la época elegida, congregan entre Julio y Agosto a multitud de aficionados al deporte y a la aventura de subir a una montala impresionante, para la que no hace falta preparación alguna, salvo buena salud y agilidad física.

En la región centro-sur de Honsu, la isla principal de Japón y a unos 100 Km. de Tokio, se encuentra Fuji Yama o Diosa del Fuego, la montaña sagrada por excelencia dentro de la cultura japonesa. Aún hoy, en pleno siglo XXI, existe una secta religiosa llamada los Fujikos que fue fundada en el año 1.558 por Takematsu, que escaló 120 veces la montaña. Su contemplación y ascenso es una preparación espiritual del alma hacia las alturas. Al llegar a la cima, los creyentes pasan la noche en la misma, a la espera de la impresionante salida del sol. La ceremonia se llama Goraiko y el punto culminante es la meditación a la vista del lago Yamanaka.




Todo allí es espiritualidad y éxtasis ante la naturaleza. Sin embargo el nacimiento de tan colosal montaña, no fue tan espiritual. Fuji Yama es el volcán más impresionante de Japón y su cima la componen las ocho erizadas crestas de un cráter de 503 metros de diámetro y de 221 metros de profundidad. El divino lenguaje japonés cita al majestuoso cráter con el nombre de los ocho pétalos de Fuji.

Su perfecta simetría ha llamado la atención de poetas y pintores a los que ha servido de inspiración para su arte. Según la leyenda, los ainú, pueblo aborigen que poblaba la región más de dos mil años atrás, antes de la llegada de los japoneses, son quienes le dieron su nombre a la montaña Fuji (Diosa del Fuego), nacida en el año 286 a.C. tras un impresionante terremoto que lo asoló todo. Los mismos movimientos sísmicos abrieron la tierra y crearon el lago Biwa, la mayor masa de agua dulce de Japón y situada a 280 Km. de distancia. Sin embargo se sabe que la primera erupción se produjo hace unos 300.000 años y que el volcan está formado por diferentes capas, motivadas por las erupciones habidas a lo largo de su historia, por lo que la supuesta erupción del 286 a.C. sería una más.



Conforme a las antiguas costumbres, hasta el año 1.868, el lugar estaba prohibido a las mujeres. La espectacularidad de la salida del sol se produce al reflejarse el disco solar en las capas de la atmósfera, creando unos rayos de todos los colores que desaparecen al verse los primeros rayos directos. De todas formas lo duro de la subida ha dado lugar a un proverbio que dice: Tan tonto es no escalar el Fuji-san, como hacerlo más de dos veces.

La primera erupción de la que se tiene constancia escrita es del año 800 d.C., en la cual descargó lava en diez ocasiones. En el año 1.707 hubo otra más, de tal importancia que las cenizas llegaron a Tokio, quedando cortadas las calles y dañados los edificios. La perfeccción del normalmente dormido volcán es debida a su nacimiento en llano y a la composición de los materiales lijeros expulsados. Mayormente carbonilla, ceniza y lava granulosa que con las explosiones es perfectamente repartida en todas direcciones. Las pendientes del Monte Fuji bajan formando un ángulo perfecto de 45º, estabilizándose gradualmente al llegar a la llanura. La base es un círculo perfecto de 40 Km. de diámetro y 125 km. de circunferencia.
El Fuji Yama es, más que cualquier otra cosa, el emblema de Japón.

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