22 de agosto de 2011

0464- CIUDADES REALES O FICTICIAS.

Se dice, que se ha invertido más dinero buscando ciudades legendarias que reales. 
Cuando se encuentran las ruinas de una de esas ciudades, que nadie sabía con exactitud si eran mito o realidad, es cuando los grandes exploradores justifican estas inversiones descomunales diciendo que si ha aparecido una, por qué no pueden aparecer otras. 
¿Si solo se trata de mitos, por qué existen?. ¿Qué los justifica?. Bueno, pues las religiones sin duda. Son el marco idílico para ello...

En 1.839 cayeron en las manos de un joven norteamericano con inquietudes arqueológicas, aunque abogado de profesión, unos manuscritos de un tal Galindo, coronel del ejército hondureño. En ellos, el citado militar mencionaba una serie de monumentos avistados en la selva de Yucatán y América Central cinco años antes. También señalaba que, en un documento del año 1.700, se hablaba de antiguas construcciones a orillas del río Copán, en Honduras.

Stephens, que así se llamaba en joven abogado, se entusiasmó con la idea de averiguar a dónde llevaba todo aquello y decidió partir con su amigo Frederic, magnífico dibujante, en busca de aventuras. Tras incontables vicisitudes, que incluso les llevaron a la cárcel, consiguieron internarse en la selva tropical de Honduras acompañados de un guía y porteadores nativos. La cosa no parecía difícil puesto que, en principio la selva no parecía demasiado espesa pero aquello duró poco.

Tras largos días de caminata, afectados por la humedad y acribillados por los mosquitos y las lianas que continuamente les cerraban el paso, consiguieron llegar a un poblado de aborígenes junto al mencionado río Copán. Nadie sabía nada de las ruinas de las que hablaban los gringos.

Desilusionados por el fracaso decidieron que, ya que tanto había costado llegar hasta allí, se quedarían un par de días para explorar los alrededores de la zona que se reflejaba en el manuscrito y después volverían sobre sus pasos. Así lo hicieron y al segundo día de exploración, como si de una película se tratase, al apartar unas ramas para despejar el camino encontraron una estela cuadrangular, de unos tres metros de altura y esculpida en sus cuatro caras.
Los amigos siguieron explorando la zona, encontrando otras trece estelas más; después pirámides, palacios... Toda una civilización (la Maya) que, hasta entonces, había quedado en el olvido cientos de años atrás.

Los dos amigos registraron y dibujaron lo que buenamente pudieron. Localizado un tal José María, indígena que poseía un viejo y arrugado título de propiedad sobre los terrenos, le compraron las tierras y ruinas que contenían por el equivalente a 50 dólares americanos. Una fortuna para el receptor y una ridiculez para quien compraba.
De regreso a Estados Unidos, Stephens escribió un relato sobre el viaje, ilustrado con los dibujos de su amigo Frederic. El libro tuvo un éxito enorme...

En esta foto vemos la escalera de los jeroglíficos, que lleva al templo situado en la cima de la pirámide de Copán. Más de 1.250 glifos, relatan la historia de todos los reyes antepasados de Humo Caracol (749-763) decimoquinto gobernante y rey que mandó construir el conjunto de jeroglíficos considerado el más importante de Mesoamérica. Bajo la tierra de cada uno de los 16 templos que tiene Copán, túneles que guardan las tumbas de aquellos reyes. Dos de ellos han sido abiertos recientemente al público. Uno es el llamado Túnel de los Jaguares, y con más de 700 metros de largo, interesantes relieves, glifos y la tumba del rey. El décimo sexto y último rey de Copan fue Yax-Pasah (763-810). Después, el silencio...

Sin embargo el primer descubridor de la ciudad maya de Copán no fue el coronel Galindo y menos aún el joven abogado Stephen. El día 8 de Marzo de 1.576 el español explorador Diego García de Palacio escribió a su majestad Felipe II dándole cuenta de sus hallazgos y entre otras cosas relataba lo que sigue:
"...en el primer lugar de la provincia de Honduras, que se llama Copán, están unas ruinas y vestigios de gran población y de soberbios edificios tales, que parece que en ningún tiempo pudo haber tan bárbaro ingenio como tienen los naturales de aquella provincia, edificios de tanto arte y suntuosidad, es ribera de un hermoso río y en unos campos bien situados de una tierra de mediano temple, harta de fertilidad y mucha caza y pesca. En dichas ruinas hay montes que parecen haber sido hechos a mano y en ellas muchas cosas de notar. Antes de llegar a ellos hay una piedra grandísima en figura de águila y hecho en su pecho un cuadro de una vara de largo y en él, ciertas letras que no se sabe que sean...".

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