7 de abril de 2011

0325- LA INDUSTRIA CABANENSE EN EL FRANQUISMO. (En clave de JA.)

Como bien saben todos los vecinos de Cabanes, hasta hace cuatro días mal contados no había ninguna industria en Cabanes. Como pasa a muchos, nos despertamos tarde. Nuestro pueblo fue históricamente agrícola y mayoritariamente autónomo. ¡Pueblo de ricos!, se decía en la comarca, porque eran muchos (80%) los que vivían del producto de sus cosechas y no era por tanto una necesidad perentoria el trabajar para nadie. Se hacían algunos jornales sí, pero más por amistad que por necesidad. Nuestro término municipal tiene tierras mejores y peores, de la misma forma que el clima de la costa es mucho mejor que el del altiplano.

La gran extensión del término municipal y el minifundismo de la comarca, propician que la mayor parte de las familias dispusiera de tierras suficientes para poder recoger comida para llenar la despensa anual (aceite, patatas, trigo, etc.) y algún dinero adicional para gastos extra. 
En aquellos tiempos, sin electrodomésticos ni vehículos a motor, las necesidades eran muy inferiores a las actuales. Sin agua corriente y con cuatro bombillas mal contadas para toda la casa, el recibo bi-mensual de electricidad tenía un mínimo de 17 pesetas que casi nadie sobrepasaba. El pago anual más importante y al que todos temían eran los recibos de la Contribución a la Hacienda Pública, por bienes rústicos y urbanos. Para una familia media, el desembolso venía a ser de unas 100/200 pesetas (0,60-1,20 euros) al año. 

Algún joven se reirá ante la cifra señalada, pero el asunto no era de risa puesto que, aunque comer se comía, los ingresos en metálico eran muy escasos. En fin, aunque refunfuñando todo el mundo pagaba religiosamente los tributos que, según sus bienes, le correspondían. Es más, según una costumbre que nunca he llegado a comprender, la gente se levantaba a las 5 de la madrugada para situarse en los primeros lugares de aquella cola interminable.
Así iban pasando los años hasta que se llegó a la segunda mitad del siglo XX y la economía empezó a espabilar. En los años anteriores, la gente había plantado almendros y viñas por doquier y los campos empezaron a dar sus frutos. En los años 60/70, cualquier familia media-baja, además de ser prácticamente autosuficiente, podía sacar de las cosechas unas 60-80-100.000 pesetas. 

De la noche a la mañana el personal había subido un escalón y con el progreso llegaron "los problemas" del consumismo...
Se instaló el agua potable en todas las casas de la población, se asfaltaron las calles y se cambió el alumbrado público. Llegaron las primeras neveras eléctricas EDESA, cocinas de gas ORBEGOZO y lavadoras BALAY, y también, como no, los televisores GENERAL ELECTRICA ESPAÑOLA, ASKAR y TELEFUNKEN y algún "despilfarrador" hasta se compró un transistor a pilas. El descoque era imparable y en unos años entraron en la localidad dos o tres "Gordinis" y un par de Seat-600, además de algún otro coche de ocasión. Ya no hablemos de motos que por lo menos se vendía una ¡todos los meses!. 

Hasta hubo uno que se compró un tractor, motivo por el cual perdió nombre, apellidos y el apodo familiar (perinfollo) pasando a llamarle todo el mundo "Paco el del tractor".
Un tal Ximo, fabricante de gaseosas en un taller de 25 m2., 
incluso llegó a adquirir una camioneta de segunda mano (María Pilar), al objeto de repartir su producción por los pueblos del entorno. El agua para la fabricación de las gaseosas la cogía Ximo de la Fuente del Buensuceso mediante una larga manguera y permiso otorgado por el Ayuntamiento de la población, con la tasa correspondiente. Para conectar dicha goma era necesario cerrar el agua de la fuente, por lo que se estableció como condición que solo podía hacerlo en horario nocturno.

Mientras todo esto ocurría, las "fabricas" cabanenses bullían de actividad puesto que los pedidos eran interminables. Una de las fábricas más antiguas era la de "Vicent el teulé" situada a la entrada de Cabanes y en lo alto de un cerro, junto a la bassa del mismo nombre. Gran trabajador, Vicent fabricaba cal, tejas y ladrillo macizo. Los beneficios, escasísimos, apenas le permitían pagar a sus proveedores y alimentar a su extensa prole. Unos años después, ya en fábrica mecanizada y con gran producción, se instalaría "Fernando el Xurro", junto a la carretera de Zaragoza. 
Allí trabajarían hasta media docena de empleados consiguiendo gran producción de ladrillos de todo tipo. 
Esa fábrica llamada la teulería, desaparecería dos décadas después, vendiendo el solar a la empresa de carpintería de PVC, Herrasti, S.L. 
Otra fábrica emblemática, ya anteriormente comentada, era la de Ximo el Llimonero, por lo que excuso decir cual era su producción, aunque sin olvidar que disponía de máquinas semi-automáticas para la fabricación de dos botellas a la vez, más una de refrescos de jarabe de fresa y otra de sifones, todo ello instalado en una habitación de aproximadamente 25 m2. y con un permanente charco en el suelo del lugar. Sin embargo la familia se defendía y bien puesto que anexo a la "fábrica" tenían una tienda de comestibles que regentaba su mujer.


Aún sin pagar IAE, la actividad industrial más relevante del municipio eran sin duda tres talleres de atado manual de escobas de palma y caña (!) con una producción diaria de 3.000/4.000 unidades. 
Siendo como digo artesanal, la actividad ocupaba alrededor de 15/20 personas que se ganaban el sustento con ese trabajo. 
Sin embargo ni esta actividad ni las anteriores dieron señales de ser un claro negocio, sino una forma de ganarse la vida sin grandes aspiraciones. Llenar el estómago de toda la prole, que no era poco, en un tiempo y lugar donde había más necesidad que sobras. Claro que todo aquello pasó y solo un servidor supo diversificar la actividad y quedar en el pueblo como único superviviente de dicho trabajo.

La última década de dictadura, la economía hizo un cambio importante y exceptuando algún momento de crisis temporal, Cabanes y todos los pueblos en general gozaron de una agricultura boyante y un cambio de vida destacado. Acabó el hambre de la posguerra y los años oscuros del franquismo al tiempo que las libertades se abrían camino a través de la democracia. 
Vivimos treinta años de esplendor económico y no fue hasta mediados de la primera década del siglo XXI cuando todo se fue al traste, con la crisis económica de todos conocida. 
Desde el 2.008 estuvimos inmersos en esa crisis galopante a la que no se le veía final, pero la juventud es fuerte y una vez más demostró su valía. Remontó el difícil momento y dio paso a nuevos momentos de euforia y optimismo. ¿Hasta cuando?. ¡Ah!, eso nadie lo sabía!, pero en 2020 llegó una pandemia global que nadie sabe cuando acabará y todo volvió a la ruina. Esperemos que también este capítulo nefasto acabe pronto...

RAFAEL FABREGAT

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