27 de diciembre de 2010

0226- NAVIDADES 2.010.-Segunda parte.

En el capítulo anterior hablé de amor, de compras y de tarjetas. Aunque las tres cosas forman parte del día a día a lo largo del año, nunca en tanta cantidad como en estas fechas; es lo que toca en Navidad. Son fechas de excesos en la comida, en la bebida, en los juguetes, en los regalos...
La celebración, cuando la plantilla es numerosa, ya empieza con los compañeros de trabajo y ha sido bautizada como "comida de empresa". Pero, con esa comida, la cosa no ha hecho más que empezar...
Al día siguiente o ese mismo día cuando llegas a tu casa, quizás un poco achispado por los efluvios del buen vino que el jefe encargó para la comida, de los brindis y los cubatas de rigor, tu mujer se enfunda su mejor abrigo (porque dicho sea de paso, hace un frío del carajo) y te dice que os vais de compras. Tu estabas soñando con dejarte caer en el sofá, pero no estamos para broncas y disimulando tu "bienestar general" acatas las órdenes y te pones al volante, a riesgo de que te hagan soplar y quede al descubierto tu veneración al dios Baco.
Mariscos, bebidas, regalos para los hijos y sus parejas, detalle para tus cuñados, juguetes para nietos y sobrinos, corbata y pañuelo para los padres, calcetines o zapatillas calientes para los abuelos, detalle para los amigos, lotería para todos. Y la tarjeta se calienta (fsssssssssssssss) y se sigue calentando (FSSSSSSSSSSSS) hasta que de pronto...
- Perdone Ud. caballero, pero no me la coge -dice la dependienta.

La primera cita y la más entrañable es la cena de Nochebuena aunque, en nuestro caso, limitada tan solo a padres, hijos y nietos. En épocas anteriores, cuando los abuelos estaban bien, también ellos formaron parte de esta cena pero, cuando ya son muy mayores, los abuelos quieren cenar pronto y acostarse. En ese momento en que tus padres, por una simple cuestión de edad, fallan a la cena de Nochebuena, quedas solamente con tus hijos y tus nietos, es decir: ¡pasas tu a ser el abuelo! Difícil papeleta, pero la vida es así de dura y de natural. Poco a poco, casi sin darnos cuenta, vamos dejando paso a las nuevas generaciones. Así ha sido siempre y así seguirá por los siglos de los siglos. Esta cena, siempre muy afectiva, es muy variable dependiendo del momento que la familia esté atravesando. En nuestro caso y aunque se nos haya roto una pata de la mesa, este es el mejor momento.

Los viejos ya marcharon, nosotros (los abuelos) estamos perfectamente bien y los nietos empiezan a estar en un buen momento para disfrutar de los muchos regalos que, bajo el árbol de Navidad, nacen como setas en plena temporada. Los niños disfrutan al abrir cada una de las cajas y padres y abuelos disfrutamos tanto como ellos o más, al ver su alborozo.

La vida es corta y la salud efímera, por lo que no hay tiempo que perder. Así pues, por mucho que nos duela tener la mesa rota, no vamos a perder este momento de felicidad que creemos tener merecido. Cuidamos a nuestros mayores hasta el final de sus días; a los hijos hasta que se emanciparon y a los nietos siempre que nos los quieren traer. ¿Qué más podemos hacer nosotros?

Tras los excesos de la Nochebuena, llega el día de Navidad. A los comensales de la noche anterior se unen los hermanos, en mi caso cuñados, sus hijas y compañeros ¿o debería decir maridos?. La mesa se alarga o se cambia a lugares más amplios.
Para que el estómago pueda sobrellevar con entereza los excesos de la Nochebuena, la tradición manda que la mesa esté a rebosar de entrantes cárnicos de todo tipo y de la mejor calidad acompañados, naturalmente, de excelentes vinos del Somontano y cavas. Cuando ya el apetito está prácticamente desaparecido llega la típica paella con pelotas y demás carnes y mariscos. Nadie puede acabar el plato, pero se hace un último esfuerzo para los extraordinarios postres y ¡como no! para los dulces navideños que acompañan a los cafés y a las copas de rigor. Cuando ya no puedes meter absolutamente nada más, llega el gracioso de turno y propone un brindis... Se llenan las copas de cava y te pasan (una vez más) el plato de los dulces por delante de las narices, impidiéndote la evasión.
- Bon Nadal a tots!
Los botones amenazan rotura...
- Qui vol un altre café? ...o un cubata?
Aunque todos estemos a gusto, no somos de largas sobremesas y cuatro horas después cada mochuelo se marcha a su olivo, despidiéndose hasta el día siguiente.

En la región valenciana, al igual que en Cataluña, suele celebrarse el segundo día de Navidad. La diferencia con el día anterior, es la comida. Según familias y lugares, se prepara principalmente cocido o sopa. En nuestro caso hacemos fideuà (paella de fideos) de pescado y marisco con all i oli y segundo plato de carne guisada.
Anteriormente los típicos entrantes, en este caso procedentes casi exclusivamente del mar, y excelentes vinos Chardonay del Penedés que acompañan perfectamente a las viandas de este tipo. La ventaja de estos aperitivos es que no saturan en demasía, por lo que la paella con la fideuà y el mortero repleto de all i oli son recibidos con los aplausos de la concurrencia. A partir de ese momento, el mayor trabajo lo da el descorche de botellas ya imparable. El excelente vino blanco aparenta ser agua cristalina y su suave sabor aterciopelado entra sin encontrar obstáculos en la garganta. Pronto sus efluvios indican que no se trata de agua y las lenguas se disparan, alegrando el ambiente y aflorando las risas sin fundamento. La presencia de niños ayuda a las bromas y al desenfado de los presentes y la fiesta aumenta en decibelios.
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Antiguamente también el día de Año Nuevo era Fiesta familiar pero la Nochevieja, celebrada por jóvenes y viejos, impide el apetito y las ganas de cocinar. Podríamos celebrarlo de restaurante pero, mientras se pueda, no es para nosotros la mejor opción. Este año cae en sábado y, por lo tanto, el domingo día 2 será un buen día para festejar lo que, en teoría, correspondería al día anterior. Habrá pues comida de despedida de las Fiestas Navideñas y de entrada al Año Nuevo, pero eso ya no merecerá comentario alguno.
No así las cenas de Nochevieja y Roscón de Reyes que, en este caso con los amigos y compañeros, comentaré en su momento con una entrada especial. De momento lo dejo aquí y quiero hacerlo con una sincera felicitación al amigo y flamante abuelo Tony Arzo a quien, en el día de ayer, le ha nacido un segundo emperador. Un emperador que, no lo será de Roma, pero si de su casa y de su alma. ¡Ave César!
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El último Condill




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