28 de junio de 2010

0104- LA VIAGRA DE DON FERNANDO.

La Lytta vesicatoria es un insecto coleóptero descubierto y clasificado en 1.758 con el nombre científico de Linnaeus. Se trata de una especie de escarabajo de color verde esmeralda metalizado, empleado hasta el siglo XX como cicatrizador de ulceraciones y para otras muchas dolencias. España era el hábitat europeo por excelencia de este pequeño escarabajo, por lo que era conocido como "la Mosca de España". La concentración principal se daba en olivos, álamos y sauces y se denominaba Cantárida a los polvos resultantes de la desecación y molido de dicho insecto, altamente tóxico, pero sus efectos medicinales eran conocidos en Europa desde la antigüedad.

El extracto de Cantárida se presentaba en polvo, ungüento y emplasto.
Tomado oralmente en mínimas dosis, producía algunas molestias urinarias acompañadas de priapismo. Este efecto secundario, consistente en la erección espontánea del pene, convirtió a la Cantárida en un afrodisíaco altamente empleado hasta el siglo XVII, bajando después su uso debido al alto número de envenenamientos por sobredosis, con resultado de muerte en muchos casos. A partir del siglo XVIII se puso nuevamente de moda al ser comercializado por Francia en forma de pastillas (caramelos Richelieu) y con la dosis ya más ajustada.

De todas formas su principio activo era tan potente que, incluso con esta presentación, a mayor dosis se empleaba como abortivo e incluso como infalible veneno. Como se ha dicho anteriormente, pesar del importante peligro que representaba su uso, siguió empleándose hasta el siglo XX.
El que pasaría a la historia como Fernando II el Católico, rey de Aragón, Valencia, Mallorca, Cerdeña y Conde de Barcelona, nació en la villa de Sos, provincia de Huesca, el día 10 de Mayo de 1.452 y fue coronado en 1.479 en la ciudad de Calatayud.
Con apenas 16 años tuvo amores con Luisa Estrada de los que nacería un hijo, Alfonso de Aragón, que posteriormente fue Arzobispo de Zaragoza.
En Octubre de 1.469 y en la ciudad de Valladolid se casó Fernando, ya rey de Aragón, con Isabel I de Castilla, dando nombre y popularidad a los que más tarde serían conocidos como Los Reyes Católicos.
A la muerte de Enrique IV el Impotente, hermanastro de Isabel y rey de Castilla, se inició una guerra civil entre los partidarios de Isabel I y los de Juana la Beltraneja, sucesora de Enrique, que las malas lenguas decían que era hija del noble Beltrán de la Cueva puesto que Enrique IV no llegó a consumar su matrimonio.

Fernando II, luchó activamente en esta guerra consiguiendo para su esposa Isabel I la corona de Castilla, al tiempo que la nobleza castellana lo nombraba corregente con los mismos derechos.
En la Concordia de Calatayud (1.481) Fernando fué nombrado rey de Castilla (Fernando V) reinando en ambas coronas, sin embargo Isabel no pudo hacer lo mismo en Aragón puesto que la Ley Sálica se lo impedía y quedó solamente como reina consorte.
El 19 de Diciembre de 1.496, mediante la bula "Si convenit" el papa Alejandro VI otorgó a ambos cónyuges el título de "Reyes Católicos", en agradecimiento a su labor evangelizadora en las Américas, así como por la expulsión peninsular de los moriscos y la liberación de los estados pontificios.
A la muerte de Isabel en 1.504 Fernando, atendiendo su última voluntad, proclamó reina de Castilla a su hija Juana (la Loca). El testamento de Isabel contenía el siguiente párrafo:
..."cuando la princesa Juana, mi hija, no estuviere presente en estos reinos o estando en ellos no quisiere o no pudiere entender en la gobernación de ellos (...) el rey Fernando, mi señor, rija, administre y gobierne los dichos mis reinos y señorios por la princesa"...
lo que indica que ya su madre apreció ciertos trastornos en su hija y quiso impedir que el reino fuera a parar a manos de Felipe, su marido.

Casada con Felipe (el Hermoso) éste no aceptó el exclusivo reinado de su mujer y tras su reclamación, en la Concordia de Salamanca (1.505) se acuerda el reinado conjunto de ambos cónyuges y que Fernando actúe como gobernador del reino.
Un mes antes, el 19 de Octubre de 1.505 Fernando, con 53 años de edad y viudo desde hacía uno, se casó con Germana de Foix, de 18 años y sobrina del rey francés Luis XII, a quien el pueblo de Cabanes (Catellón) debe su "Fira de Sant Andreu". El matrimonio fue mal visto por los nobles castellanos que creyeron ver en esta unión una maniobra de Fernando para evitar que Felipe y Juana heredasen la corona de Aragón.

De la unión de Germana de Foix y Fernando de Aragón hubo en 1.509 un hijo, Juan, que murió a las pocas horas de nacer. De no haber sido así se hubiera convertido en rey de Aragón.
Los últimos días de 1.515 Fernando emprendió viaje a Andalucía, en delicado estado de salud, para organizar la cruzada contra los turcos pero el 23 de Enero de 1.516 falleció en Madrigalejo (Cáceres) sin poder llegar a su destino. La Historia dice que la enfermedad que le corroía desde mucho tiempo atrás y la propia muerte que le sobrevino después, fue debida al abuso de una sustancia que se tomaba para mejorar su rendimiento en la cama ya que utilizaba un insecto (Litta Vesicatoria) para poder seguir el ritmo de su joven esposa, 36 años menor que él. Como se ha indicado anteriormente, de dicho insecto se obtiene un alcaloide que, en dosis controladas, dilata los vasos sanguíneos produciendo en el hombre una erección prolongada. Aristóteles ya se refirió en sus escritos a esta sustancia y grandes pasajes de la Historia fueron posibles gracias a su acción vigorizante.

Es histórico el affer de Marsella, protagonizado por el Marqués de Sade y su lacayo Lattur. En un viaje a Marsella contrataron varias prostitutas a las que el marqués, queriendo convertir la noche en una bacanal, les dió una alta dosis de Cantárida. Las jóvenes enfermaron y casi murieron, siendo detenido y condenado a muerte. El marqués consiguió huir y al no dar con su paradero en 1.772 fue ejecutado en efigie en la ciudad francesa de Aix-en-Provence.
Aunque solo era usado por la nobleza, fueron tantos los casos de muerte entre varones, que los "polvos de Cantárida" acabaron considerándose más próximos a un veneno que a un afrodisiaco.
Casarse con una belleza de 18 años debió ser muy atractivo para Don Fernando que (con 54 años) era todo un vejestorio para la época y claro, satisfacer la fogosidad de tan joven esposa... ¡Le costó la vida!. Caro el precio de aquellos polvos y más caro aún el resultado...

RAFAEL FABREGAT

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