13 de mayo de 2010

0077- LA ALEACION Y SUS CONSECUENCIAS.

Como todos sabemos la aleación no es otra cosa que la fundición y mezcla de diferentes metales, que tiene como resultado un metal diferente. La dureza de uno y la bondad de otro se unen dando como resultado un metal nuevo de resultado incierto, siempre que las cantidades y cualidades de uno u otro sean desconocidas. Cuando se conocen pueden establecerse las proporciones exactas para obtener el resultado que se pretende. Lo anterior es válido cuando se trata de metalúrgica, pero también y muy especialmente en el caso de la química. La unión de dos productos crea un tercero que, en gran parte de los casos, nada tiene que ver con aquellos de los que proviene. Así ocurre con buena parte de la naturaleza, que cada día crea nuevas especies y destruye otras, no siempre para bien. Nuestro planeta es un mundo cambiante, donde la fuerza y la inteligencia dominan y destruyen la bondad de las especies débiles. 

Es más, por extraño que nos parezca, cuando la fuerza y la inteligencia se enfrentan entre sí, rara vez es la inteligencia la que triunfa. La inteligencia sopesa pros y contras antes de actuar, mientras que la fuerza empuja directamente arrollando normalmente al contrario. Esto indica una debilidad de la inteligencia frente a la fuerza y tratándose, como se trata, de vencer al adversario en la mayor parte de las ocasiones es la fuerza la que generalmente triunfa en todas las lides. El inteligente se rebela, incluso consigo mismo, al pensar: ¿Como es posible que este descerebrado me domine?. Pero para entonces... ¡la batalla ya está perdida!. En un nido, cuando los padres no acarrean la comida suficiente para satisfacer el hambre de todos los polluelos, el débil muere y poco importa a quienes sobreviven que su hermano haya muerto de hambre por culpa de su egoísmo. No debería de ser así. Este mundo podría ser mucho mejor si la naturaleza se dejara guiar por la inteligencia y la bondad, pero todos sabemos que esa es una utopía que no ha visto ni verá jamás la luz.

Analizado en profundidad y desde una perspectiva inteligente, está el dicho popular que dice que... "Cuando no puedas vencer a tu enemigo, únete a él". Este planteamiento es válido en las relaciones profesionales e incluso en las personales y hasta en las sentimentales.
Naturalmente es mucho mejor, entre la pareja, el entendimiento y la entrega absoluta del uno al otro sin la existencia de roles, pero cuando esto no ocurre que es en la mayor parte de los casos, es cuando hay que poner en marcha el mecanismo de la inteligencia. Cuando el inteligente lucha contra el fuerte, saber jugar la partida es lo único que tiene el primero para decantar la balanza a su favor. Si el amor, la bondad y la inteligencia (en ese orden) dominaran el mundo, ninguna estrategia sería necesaria. Nuestra única preocupación sería disfrutar, vivir sin más... Una situación parecida a esa idílica forma de pensar, es lo que ocurría antaño cuando, por absoluta falta de todo, no había intereses en los que pensar...

Por tanto doy cierre a esta entrada refiriéndome al enfoque, tan diferente respecto al actual, que dábamos a una relación de pareja unas décadas atrás, cuando nos dejábamos llevar por el amor y la ilusión, sin planeamientos de ningún tipo y cuando los hijos llegaban en número y fecha sin determinar. Una locura, lo sé, pero así era las cosas entonces...
Un día ya muy lejano dando un paseo con mi novia Montse, ambos a bordo de mi flamante SEAT-600, miré hacia atrás y le dije:
- Hemos de llenar ese asiento de niños...
Ella me miró enamorada y dijo que sí, que haríamos lo posible por conseguirlo. ¡Vaya si lo conseguimos!. Hubo que cambiar de coche porque, el "SEAT-600" era un coche ciertamente pequeño...
La vida es, sobre todo, ilusión. Amor e ilusión. Y quien no sabe verla de este modo tiene pocas posibilidades de alcanzar esa mínima felicidad, tan necesaria para soportar las muchas problemáticas que la vida cotidiana lleva consigo.
Los padres, en este caso abuelos ya, no tenemos otra ilusión que la de ver consolidada la vida de nuestros hijos y que los nietos vivan y crezcan con salud y alegría. Nada podemos hacer, más que desearlo con todas nuestras fuerzas y apoyarles en lo que buenamente podamos para que todo llegue a buen término.
Sin embargo no podemos ni queremos influir en el desarrollo de la vida de nuestros hijos. Los jóvenes y los viejos pueden vivir juntos, incluso en la misma casa, pero cada cual tiene que vivir su vida y a su manera.

En las ideas y decisiones de unos no tienen cabida las de los demás. Menos aún las de los viejos. Los aciertos y los fracasos de los jóvenes han de ser suyos.
Los padres podemos (como mucho) opinar, pero mejor si no lo hacemos. Intentar influir en sus decisiones es un riesgo demasiado alto que no debemos asumir. Todo en esta vida es cambiante y para nosotros, que venimos de una generación anterior, el presente es muy diferente a la época que nos tocó vivir.
Queramos o no, estamos anclados en el pasado y nuestra opinión no cuenta ni debe contar. Los hijos y los nietos son el presente y el futuro y mirarles a ellos es hacerlo a nosotros mismos unas décadas atrás.
Nuestra oportunidad ya pasó. Es historia, nuestra insignificante historia... Una historia de sombras, pero también de momentos felices. Se trata simplemente de recordar los mejores y de olvidar, en lo posible, aquellos que nos hicieron sufrir.
No es fácil, pero hay que intentarlo...

RAFAEL FABREGAT

NOTA.- Todos los escritos de esta sección son originales y personales. En adelante estarán dirigidos exclusivamente a mis "amigos del Facebook" y no de forma pública, como hasta ahora. Se podrán, eso sí, compartir.

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